La reina está de vuelta

THE HUNDRED-FOOT JOURNEY

Originalmente publicado en Esquire no. 72 (PDF aquí)

Helen Mirren, una de nuestras actrices favoritas, regresa al cine en The Hundred-Foot Journey como la exigente propietaria de un restaurante francés.

     Cuesta trabajo pensar en Helen Mirren sin imaginarla interpretando a un personaje implacable: el ama de llaves perfecta en Gosford Park (2001) o un agente secreto con temple de acero en The Debt (2010), por mencionar un par de ejemplos más o menos recientes. Sin embargo, la actriz británica presume de más de 50 años de carrera en cine y televisión, y aunque su trabajo siempre ha sido impecable, no fue sino hasta 2006 que obtuvo un premio Óscar por su inolvidable papel de la reina de Inglaterra en The Queen. Este mes, Mirren vuelve con The Hundred-Foot Journey, un drama con tintes de comedia donde interpreta a la dueña de un restaurante francés que debe lidiar con los cambios ocasionados por la mudanza de una familia india que se establece frente a su propiedad y, tras abrir su propio local, pone su mundo (y su perfeccionismo) de cabeza.

ESQUIRE: ¿Quién es Madame Mallory, el personaje que interpreta en The Hundred-Foot Journey?

HELEN MIRREN: Madame Mallory es un pez grande en un estanque pequeño. Dirige un exitoso restaurante en un pueblo pequeño de un país que se toma la cocina con absoluta seriedad. Además, tiene una estrella Michelin. Su restaurante es su vida entera, es todo lo que tiene. Es una mujer absolutamente enfocada en su trabajo, muy profesional, y está comprometida con la cultura de la cocina francesa, así como con su historia.

ESQ: ¿Cómo reacciona Madame Mallory cuando la familia Kadam abre un restaurante justo enfrente del suyo, Le Saule Pleureur?

HM: No hay sitio para tantos restaurantes en un pequeño pueblo francés, como te puedes imaginar, así que la inauguración de otro la irrita de inmediato. Además, ellos sirven comida india y escuchan música a todo volumen, algo que también ofende el sentido del decoro y el buen gusto que tiene Madame Mallory. Ella siente que debe proteger no sólo su restaurante de los invasores, sino también la cultura francesa.

ESQ: ¿Cómo describiría a la familia Kadam?

HM: El padre de los Kadam se ha visto obligado a dejar su país a causa de la discriminación religiosa y, como inmigrante, es un hombre orgulloso y decidido a tener éxito. También es un profundo apasionado de la cocina y de su familia, a la que busca mantener mediante la venta de comida; por eso no dejará que nadie se cruce en su camino. Él y Mallory son personas testarudas, que están atrapadas en su propia estrechez de pensamiento, así que chocan mucho.

ESQ: ¿Por qué Madame Mallory comienza a cambiar su actitud?

HM: Empieza a entender que la pasión por su cultura y su entorno puede ser peligrosa. Es maravilloso amar a tu país y ser patriota, pero cuando comienza a inclinarse hacia un nacionalismo extremo, todo puede tornarse peligroso. En ese momento Madame Mallory abre los ojos y entiende los riesgos del camino que ha estado recorriendo.

ESQ: ¿Qué papel juega la comida en The Hundred-Foot Journey?

HM: La comida es un poderoso indicador de la cultura, la historia y la migración. Y en esta película en particular es una de las razones centrales de la pelea entre dos restaurantes, una disputa que se intensifica rápidamente en una civilizada guerra de razas. Las cocinas y los restaurantes son sitios muy apasionados, porque la gente se vuelca mucho a la comida que prepara, sobre todo en Francia.

ESQ: ¿Cómo fue trabajar con los jóvenes actores del elenco?

HM: Siempre encuentro inspiración en los actores con quienes trabajo, y cuanto más jóvenes y menos experimentados sean, más inspiradores me parecen. Hay una frescura en su actitud; una apertura y una libertad que siempre me resultan alentadoras.

ESQ: Steven Spielberg, Oprah Winfrey y Juliet Blake trabajaron como productores. ¿Qué tanto se involucraron en la película durante el rodaje?

HM: Todos estábamos un poco nerviosos porque sabíamos que Steven Spielberg estaba viendo el material a diario. Pero cuando obtienes una respuesta positiva de uno de los más grandes maestros del cine, sabes que estás en buenas manos. Si él nos señalaba algo, sabíamos que siempre debíamos tomarlo desde el punto de vista de su vasto conocimiento y entendimiento del cine. Eso nos dio un sentido de seguridad enorme. Luego estuvo Oprah Winfrey, con su sensibilidad aguda y cercanía con las mujeres. Ella posee una capacidad de comprensión instintiva y maravillosa de la gente en general. Tener cerca esa fuerza tan viva es una experiencia enriquecedora. Y también, desde luego, Juliet Blake, quien halló el material original, compró los derechos y tuvo fe en el proyecto. Juliet es, en verdad, la madre de esta obra. Fue su fe en ella lo que finalmente nos reunió a todos.

ESQ: ¿Cómo esperaría que saliera el público del cine después de ver esta película?

HM: Las películas acerca de la comida deben ser viscerales y hermosas; deseo que el público salga del cine y vaya a un restaurante francés o indio. Algo más que espero es que esta película muestre al mundo una parte de Francia increíble, hermosa y poco conocida. Quiero que la gente se sorprenda con su belleza y sienta deseos de visitar esa parte del mundo. Creo que la cinta es una experiencia deliciosa y divertida.

[Recuadro]

Premios Fénix: La primera entrega del Premio Iberoamericano de Cine Fénix está casi lista y el director de Cinema23, Ricardo Giraldo, nos da detalles del evento.

> La idea de la asociación Cinema 23 es reunir a un grupo representativo del cine de cada país en Iberoamérica —es decir, 22 países— y encontrar un espacio de encuentro, un intercambio y mayor cercanía.

> La gente que trabaja en el cine en toda la región muchas veces no se conoce entre sí. Queremos que los integrantes de la asociación contribuyan con su trabajo para conocernos más y lograr una mayor colaboración laboral y creativa.

> Cinema 23 ofrece la posibilidad de tener una estrategia común de difusión, con mayor fuerza. Se compone de 400 integrantes que provienen de festivales, programación, críticos, académicos y promotores que, con su trabajo, expanden el conocimiento sobre el cine.

> Tenemos un proyecto que se llama Cine de salón con el que vamos a las escuelas con la intención de llevarle a los jóvenes el cine que realizan los mexicanos. Hemos llevado a Diego Luna, Carlos Rossini, Juan Carlos Rulfo y Carlos Cuarón a esas pláticas. El intercambio se da con los alumnos, quienes luego escriben sus impresiones y lo que la conversación les detonó y despertó en ellos.

> En octubre se llevarán a cabo los primeros Premios Iberoamericanos de Cine Fénix, un evento con la intención de reconocer y celebrar el cine de la región. Es un esfuerzo por llevar este cine a otros lados.

> Cada uno de los países de Cinema 23 revisa el material. Se trata de hacer circular todo ese contenido. Con los premios se detona el descubrimiento de nuevas posibilidades.

Foto: cortesía

Ahí estaba el detalle

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Originalmente publicado en Esquire no. 72 (PDF aquí)

¿Qué implica dar vida en el cine a uno de los comediantes más importantes de México? Este mes se estrena Cantinflas y el español —sí, español— Óscar Jaenada sacó adelante un reto que, de entrada, parecía imposible. Así fue cómo lo logró.

     La primera vez que uno habla con Óscar Jaenada siente que alguien le ha jugado una broma. Que no, hombre, que no puede hablar así de españolado; que yo acabo de verlo en una pantalla diciendo “Ahí está el detalle” y pensé: “¿¡Cómo es posible!? Es idéntico a Cantinflas”.

     Óscar nació en Barcelona. A muchos mexicanos no les importó que Demián Bichir interpretara a Fidel Castro —un cubano— en Che (2008), ni que Gael García Bernal personificara al Che Guevara —un argentino— en The Motorcycle Diaries (2004), pero pusieron el grito en el cielo cuando se anunció que Jaenada sería el nuevo Cantinflas en la película homónima que se estrena este mes. “¿Por qué un español y no un mexicano?”, preguntan los reporteros, como si lo importante fuera la nacionalidad y no el talento, como si no quedara claro que Jaenada es casi la reencarnación del protagonista de El supersabio (1948). “Quienes nos dedicamos al cine tenemos en mente el ejemplo de actores premiados por interpretar personajes que no son ni del mismo continente que habitan”, me dice Óscar.

     Jaenada cuenta que lo español sólo le preocupó cuando leyó el guión y se topó con chistes que le resultaron tan complicados de entender como un jeroglífico. “Hombre, había escenas en las que necesitaba no uno sino varios traductores. Les decía: no tengo idea de lo que dice aquí; de verdad no entiendo nada.” Pero Jaenada, quien durante su preparación necesitó traducción humor mexicano-humor español, afirma que jamás tuvo problemas para deshacerse de su acento.

     Cuando uno escucha a este catalán de sonrisa vivaracha hablando como Cantinflas, no hay ni rastro de su seseo. Para lograrlo, Jaenada consiguió todas las películas del comediante mexicano y pasó horas monitoreando su boca. Dice que el truco para hablar como él estuvo en observar su respiración, que en el movimiento de los labios está el secreto para cambiar de nacionalidad. “Luego trabajé con un foniatra y con un imitador de Cantinflas, que me ayudó a adaptar las frases según las fuimos encontrando.”

     Óscar tardó seis meses en transformarse en Cantinflas, pero ni aprender a imitar sus ademanes ni deshacerse de su acento fue lo más complicado del proceso: “Pasé años intentando conseguir este papel, así que la preparación fue lo de menos”. Para Jaenada, Cantinflas era un personaje soñado. Hace siete años se involucró en un proyecto inspirado en la vida del comediante mexicano, pero al final no se concluyó y él se quedó con las manos vacías.

     Jaenada dice que trabajar en una película que retrata la vida de Cantinflas no implica sólo imitar al personaje que todos conocemos, sino el reto de indagar en la personalidad de Mario Moreno. “Ambos eran muy diferentes. Lo único que compartían —y no siempre— era el físico. Interpretar a Cantinflas fue un trabajo muy laborioso, pero poco complicado. Fue una mera labor de imitación. Lo verdaderamente difícil fue Mario Moreno, porque para interpretarlo tuve que descubrir quién fue el artista que a su vez descubrió a Cantinflas.” Entonces Óscar incursionó en el oficio de periodista, y se dio a la tarea de buscar a gente que lo conoció  para repasar su historia y poder comprender ciertos episodios de su vida.

EL ARTE DE CANTINFLEAR

    Óscar Jaenada tiene la cabeza gacha, los ojos cerrados y los puños apretados mientras espera detrás de un telón. Bufa como un toro. No le presta atención a nadie. Luis Gerardo Méndez —quien interpreta al comediante Estanislao Shilinsky en la película— cuenta que la imagen se le quedó grabada porque en su carrera nunca había visto a un compañero tan nervioso.

    Jaenada temblaba porque ésa sería su primera escena caracterizado como Cantinflas. Tres, dos, uno, ¡acción! El telón se abre, Jaenada se ha esfumado y en su lugar está Cantinflas moviéndose de un lado a otro y formulando boberías. La escena termina y el público estalla en aplausos. Corte y queda. En un rincón del set, sentado frente a una pianola, un anciano llora: según Luis Gerardo, era un actor que conoció al verdadero Cantinflas y le dijo que estar frente a Jaenada fue como ver a Cantinflas otra vez.

     El actor es un retrato inmejorable del protagonista de El bolero de Raquel (1957) porque entiende lo que es cantinflear: “Hay una escena de la película a la que le tengo muchísimo cariño. Todo tiene que ver con un concepto aprobado por la Real Academia Española: cantinflear es hablar mucho sin decir nada. Y bueno, en la película hay una escena en la que suena el Bolero de Ravel y me pone la piel chinita, porque él se supone que baila, pero desde que aparece y hasta que se va, lo ves cantinflear”.

     La primera memoria que el español tiene de Cantinflas es el humor. Él era un chavalín que todos los días, a las tres o cuatro de la tarde, salía al parque para jugar fútbol con sus amigos. Mientras tanto, en su casa, su familia reía. “Recuerdo que siempre me dejaban salir porque a esas horas todos estaban con una sonrisa. Hasta la fecha recuerdo esas carcajadas de mi padre y mi madre disfrutando una película de un tal Cantinflas.”

    Ahora, que Cantinflas revive, lo importante es saber que quien nos hará reír será un tal Óscar Jaenada.

Este Soy Yo: Luc Besson

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Originalmente publicado en Esquire no. 71 (PDF aquí)

DIRECTOR, GUIONISTA Y PRODUCTOR DE CINE, 55 AÑOS, PARÍS, FRANCIA

> Cuando era más joven viví en Grecia y Yugoslavia. No tenía radio, tele, cine ni nada, así que sólo me quedaba la imaginación. Jugaba con piedras, pedazos de madera y cajas viejas. No tenía juguetes. No había ninguna tienda cerca de mi casa; la más cercana estaba, quizás, a unos 500 kilómetros. Así que aprendí a usar la imaginación, y de eso se trata la ciencia ficción, pues nadie conoce el futuro.

> Desde hace algunos años, gracias al desarrollo de la tecnología, el límite de la ciencia ficción es tu imaginación. Puedes crear todo lo que quieras. Para mí ha sido una bendición.

> Mis películas se quedan conmigo cuando acabo de filmarlas, en mi cabeza no terminan. Se mantienen frescas. Es como cuando tienes un hijo de 18 años que ya se fue de tu casa, pero como padre te niegas a aceptarlo.

> Terminar una película me deja exhausto. Para volver a tener energía intento irme tan lejos como puedo y apartarme de los humanos durante un rato. Veo a mis amigos, los delfines, y pasó una buena temporada con ellos, que siempre me enseñan lo que realmente importa en la vida [ríe].

> Me encanta escribir. Así ha sido desde que tenía 16 años. Escribir es mi gimnasio. Me levanto todas las mañanas y escribo sin importar lo que suceda. Me gusta porque me hace sentir pleno. Es como liberarme. Prefiero escribir que dirigir, pero cuando me emociono con un guión entonces soy muy feliz de salir a trabajar todos los días.

> Me gusta cuando la gente empieza a hablar de alguna de mis películas pero se olvida de que yo la hice. Por ejemplo, una vez alguien me dijo: “Tienes que ver esta película porque tal tipo hace tal cosa”, y esa persona se olvidó de que estaba hablando con quien la hizo [ríe]. Fue muy gracioso. Me ha pasado dos veces y ha sido mi cumplido favorito.

> La mayor parte del tiempo me desprendo de mis películas, permito que le pertenezcan al público y las veo después de un par de años. Por ejemplo, ahora creo que ya soy mayor de edad y ya puedo ver The Professional [película con Jean Reno y Natalie Portman que escribió y dirigió en 1994].

> Lucy fue una película muy difícil. Parecía un rompecabezas y es la primera vez que veo a mi equipo tan perdido. Me veían como si estuviera loco, me decían: “Ok, como tú digas”. Fue como una gran partida de ajedrez. Me arriesgué mucho y confié en la gente que me ayudó con los efectos especiales porque con estos nunca se sabe si el resultado será lo que tienes en mente, y no puedes ver nada sino hasta nueve meses después. Al final, disfruté mucho hablar de inteligencia, de capacidad cerebral, de lo que se oculta detrás del universo. Fue fascinante.

> Los personajes femeninos no me interesan más que los
masculinos.
Hombres y mujeres me importan igual, pero lo que me atrajo mucho de Lucy —quizá por primera vez en mi carrera— es que era una mujer normal que no sabía qué hacer con su vida, que se iba demasiado de fiesta y tenía un novio. Así que es una chica promedio, no hay nada particular en ella.

> Con Lucy me distancié de lo que suelo hacer porque obviamente Juana de Arco [The Messenger: The Story of Joan of Arc, 1999] fue muy diferente, así como Nikita [La Femme Nikita, 1991] y Aung San Suu Kyi [The Lady, 2011], que son personajes muy fuertes. Lucy [Scarlett Johansson en la película homónima] no pudo haber sido hombre. Quise que fuera mujer porque así su situación sería peor, estaría en desventaja incluso física. Quería que fuera normal al inicio de la historia.

> El proyecto comenzó cuando conocí a una profesora que realizaba estudios sobre células y cáncer. Tuvimos una conversación fascinante durante un par de horas y empecé a sentirme atraído por la inteligencia y el cerebro. Luego descubrí que el cerebro de la verdadera Lucy —el ancestro histórico que vemos al principio de la película— pesaba 400 gramos y que el que tienen los humanos de nuestros días pesa un kilo más. Eso quiere decir que aumentó un kilo en tres millones de años, ¡no es nada! Y sólo usamos el 10 por ciento de nuestra capacidad cerebral, pero es impresionante lo que hemos logrado con ello.

> No suelo arrepentirme de nada. Hoy puedo afirmar que filmas las películas de tus tiempos. Es decir, cuando tienes 25 años —hice Subway en 1985— es imposible desear hacer la película que haría un hombre de 40. Lo que uno sabe de la vida a esa edad tiene que ver quizá con una o dos aventuras sexuales, nada de hijos, y ves la vida de cierta manera, así que creas películas de acuerdo a ello. Creo que es bueno que a los 20 filmes algo según tu edad y que cuando cumples 50 —como es mi caso— te dediques a hacer películas en las que hables de filosofía y menosprecio.

> Nunca he hablado de retirarme. Alguna vez dije que quería dejar de dirigir en cierta etapa de mi vida, porque dirigir es exhaustivo. Cuando era joven y tenía 16 o 17 años, conocí a un tipo que me dijo algo muy sabio: “Si no tienes nada que decir, mejor cállate”. Así que si no tengo nada que decir, si no tengo una película que en verdad me haga pensar “quiero hacerla y vivir con ella”, entonces no la filmaré.

Foto: theplace2.ru

Nota: Lucy, de Luc Besson, se estrena el 28 de agosto. Narra la historia de una mujer (Scarlett Johansson) que vive en Taiwan y es secuestrada para transportar una bolsa de droga que le introducen en el intestino. Tras una golpiza, el polvo se derrama y su inteligencia se potencializa.

El fin está cerca

Helix - Season 1

Originalmente publicado en Esquire no. 71 (PDF aquí)

Imaginar el fin de la humanidad no deja de fascinarnos. En Helix, la nueva serie de AXN, la amenaza es un virus del Ártico. El actor Billy Campbell nos habla de su personaje y de la epidemia mundial que intenta detener.

Un brote viral acaba de ser detectado en el Ártico. No se sabe cómo se contagió la primera víctima, ni por qué su sangre se volvió negra y espesa. Si acaso, hay una teoría que señala a un grupo de simios como agentes de diseminación, pero queda poco claro por qué se infectaron. A cargo de entender el misterio y el origen de la contaminación está un equipo del Centro de Control de Enfermedades estadounidense, quien bajo la dirección del doctor Alan Farragut (Billy Campbell) deberá evitar una epidemia que amenaza a toda la humanidad.

La historia de Helix se desarrolla en dos angustiantes semanas y desde ya pinta como una de las mejores series de horror del otoño. Además de que la protagoniza Campbell (The Killing, 2011), se filmó en Canadá y presume del respaldo de los productores de películas y series de ciencia ficción tan célebres como Maril Davis (Battlestar Galactica, 2004) y Stephen Welke (Star Trek: Voyager, 1995). En exclusiva, Campbell nos dio más detalles sobre esta serie que se transmitirá los domingos, a partir del 10 de agosto, por axn.

ESQUIRE: ¿Qué es lo que te resultó más fascinante de Helix?

Billy Campbell: Helix es la historia de un grupo de personas que quedan atrapadas en un lugar remoto. Por ello, identifiqué cierta relación con películas que me encantan. The Thing from Another World, de Howard Hawks [1951], y la versión de John Carpenter [1982]. También está The Andromeda Strain, el filme de los setenta que, creo, fue el primer libro de Michael Crichton que se adaptó al cine. Todas estas películas tocan temas que aborda Helix. Además está el hecho de que tengo 54 años y alguien me ofreció el protagónico de una serie. ¿Cuántas veces más crees que me pasará algo así?

ESQ: Tu personaje es un médico que trabaja para el Centro de Control de Enfermedades. ¿Te asesoraste con científicos para crear el papel?

BC: ¡No estudié nada! No investigué ni nada parecido. Fue algo de último minuto, y aunque hubiera tenido tiempo para hacerlo, no soy ese tipo de actor. Quizás eso sea una racionalización de mi pereza, pero mi teoría es que los escritores hacen la investigación cuando están escribiendo. Mi investigación consiste en leer y releer el guión. Mi meta es cumplir con lo que los escritores proponen.

ESQ: ¿Qué tan proactivo eres en el set? ¿Haces stunts y demás?

BC: Suelo ser el tipo que camina de un lado a otro diciéndole a los productores que soy el menos indicado para emplear el lenguaje técnico que está en el guión. La mayor parte del tiempo estoy bromeando, porque cuando era más joven tenía papeles con muy pocos diálogos y agradecía cualquier línea extra que pudiera tener. En este sentido, además, estoy muy consciente de que hay gente que apenas está empezando y los ayudo, porque cuando estuve en esa situación hubo gente que me ayudó.

ESQ: Ya que mencionas los inicios de tu carrera, compártenos alguna anécdota de esa época.

BC: Tuve mucha suerte. Hace muchos años trabajé con el gran Anthony Hopkins en Bram Stoker’s Dracula [1992]. Me sentía muy nervioso; no te imaginas. Estaban Gary Oldman, Keanu Reeves, Winona Ryder, Richard Grant, Cary Elwes, Francis Coppola y yo, de 31 años. Leíamos el guión y yo estaba junto a Anthony Hopkins. Miré su guión y estaba cubierto de notas —en tres colores distintos— y marcas meticulosas en los márgenes. Me armé de valor y le pregunté cómo se preparaba para un papel. Él estaba interpretando a un asesino de vampiros, así que me interesaba saber la investigación que había hecho. Me miró y dijo: “No hago nada”. Le respondí que seguro hacía algo, pero él repitió su respuesta. “No hago nada. Leo el guión una y otra y otra y otra vez”. Lo siguió repitiendo y yo moría. Así de intenso fue. Le hice otras preguntas para no cortar de tajo, pero él ya me había dado la respuesta. Él se familiariza tanto con su trabajo que no necesita investigar. No me estoy comparando para nada con Hopkins, pero eso que dijo se me quedó en la cabeza porque quizá tenía razón.

ESQ: ¿Qué otros retos implicó Helix?

BC: Hice un poco de trabajo de stunt, pero en términos físicos no hubo nada que me pareciera terriblemente difícil. Creo que el mayor reto fue cuando llegamos a Montreal. Era verano, así que hacía mucho calor y humedad, pero nosotros teníamos que correr con ropa para frío extremo pretendiendo que nos congelábamos. Y como en el set no había aire acondicionado, 
no fue nada divertido.

ESQ: ¿Después de trabajar en Helix ha cambiado tu percepción sobre los virus?

BC: No les tengo fobia y, con mi gente cercana, bromeo y les digo que soy amigo de los gérmenes y que están invitados a ser parte de mi vida. Obviamente cuando alguien estornuda no me acerco a propósito. Sin embargo, crecí en una granja y jugué de niño con excremento de vaca y lodo, lo que a mi madre no le preocupaba. Quizá sea sólo una coincidencia, pero casi nunca me enfermo.

ESQ: ¿Cuál es la mayor amenaza en Helix? ¿El virus o lo humanos?

BC: ¿Acaso hay alguna diferencia? Si miras nuestro patrón de crecimiento en el planeta, verás que los humanos son un virus. Nos diseminamos de la misma manera. ¿Quién es más amenazante? No lo sé. Hay gente en este mundo que te cortaría el cuello sólo para ver cómo brota la sangre. Es horrible, pero es verdad. Hay gente que asesina sólo para ver lo que se siente. Como la canción de Johnny Cash, “Folsom Prison Blues”, que dice: “Le disparé a un hombre en Reno sólo para verlo morir”. En cierto sentido, un virus es mejor que eso: no te mata para verte morir, sino para poder vivir.

ESQ: ¿Por qué esta serie le interesaría al público de todo el mundo?

BC: Creo que el atractivo de Helix es que apela a un miedo muy primario: a ser devorados por un animal salvaje. Se trata de esa cosa que podría meterse dentro de nosotros, poseernos y destruirnos. Es algo que no podemos ver ni prevenir.

Foto: cortesía

La última y nos vamos

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Originalmente publicado en Esquire no. 71 (PDF aquí)

Este mes se estrena la cuarta y última temporada de The Killing. Mireille Enos habla de la implacable investigadora que interpretó en esta historia de crimen y suspenso.

The Killing estuvo en peligro mortal. La serie comenzó a transmitirse en 2011 y se canceló en 2012 y 2013, pero debido a que siempre mantuvo buena aceptación entre el público, nunca faltó un productor dispuesto a darle una nueva oportunidad. Los últimos interesados en esta historia de crimen y misterio fueron los directivos de Netflix, y ahora The Killing finaliza con una temporada de seis capítulos que se estrenarán de manera simultánea en la plataforma electrónica este primero de agosto.

La serie es protagonizada por Mireille Enos (World War Z, 2013) y Joel Kinnaman (Robocop, 2014), quienes forman una dupla de investigadores que trabajan resolviendo crímenes para la policía de Seattle. La primera temporada arranca cuando Sarah Linden (Enos) está a punto de casarse y mudarse, pero justo en su último día de trabajo se enfrenta al brutal asesinato de una chica de 17 años llamada Rosie Larsen.

A diferencia de otras series de policías y detectives, The Killing no se enfoca en la resolución de un crimen nuevo cada episodio, sino que el misterio detrás de la muerte de Rosie se mantiene y produce ramificaciones que encierran nuevos enigmas que los protagonistas deben perseguir y resolver. Estuvimos al teléfono con Mireille Enos, quien nos explicó por qué este proyecto la ha fascinado durante los últimos cuatro años.

ESQUIRE: The Killing fue cancelada al final de la segunda y tercera temporadas, pero luego se decidió salvarla. ¿Cómo te sentiste con esos riesgos?

MIREILLE ENOS: Estuve muy triste de saber que se cancelaría porque al final de la tercera temporada Sarah estaba atravesando por una tragedia derivada de las decisiones que tomó, pero Netflix nos salvó y nos dio la oportunidad de grabar seis episodios adicionales, así que estoy muy agradecida por haber podido darle continuidad a la historia de mi personaje.

ESQ: El hecho de que Netflix retomara la serie implica que ahora estará disponible a través de Internet. ¿Eso implicó algún cambio para la historia?

ME: Ya habíamos grabado treinta y tantos episodios y sólo nos faltaban seis, así que no quisimos que el estilo cambiara mucho, sino que se sintiera que había continuidad. Pero sí, definitivamente nos dimos más libertades en algunas cosas. En el lenguaje, por ejemplo. Pero en términos de contenido ya éramos una serie que llevaba las cosas más allá. Como se transmitía en televisión de paga, fue algo que pudimos hacer desde la primera temporada.

ESQ: ¿Será el final de The Killing o aún podría aprobarse una quinta temporada?

ME: En términos de la historia es muy bueno saber que éste realmente es el final, porque de este modo pudimos cerrar bien la historia de Sarah. En esta temporada atamos muchos de los cabos sueltos , así que aunque es triste no creo que haya lugar para una temporada más.

ESQ: Participaste en World War Z, una película de zombies, y también tienes un personaje fuerte en The Killing, ¿qué es lo que más te gustó de estos papeles?

ME: Sarah ha sido muy fuerte desde el principio, y uno no siempre puede interpretar a un personaje así. No es alguien que podría caerle bien a todo el mundo, pero aun así es fácil enamorarse de ella. No sólo tuve la oportunidad de interpretarla, sino de de verla evolucionar y conocer más de cerca su matrimonio. Es gracioso que pases tanto tiempo siendo tú mismo y de pronto estén esas horas en las que la cámara está rodando y te conviertes en alguien más. Me encanta internarme en el mundo de Sarah. Todas las personas que estuvieron involucradas —desde los diseñadores de vestuario hasta los escritores— y crearon este mundo, están de acuerdo en que fue un placer pasar tiempo en él.

ESQ: ¿Qué tan difícil te resulta encontrar un buen personaje para interpretar en cine o televisión?

ME: Creo que es difícil tanto para hombres como para mujeres. Sé que históricamente hay papeles más complicados que se escriben para los hombres, pero siento que eso ha cambiado, sobre todo si te enfocas en la narrativa creada específicamente para la televisión. Ahora hay roles más y más interesantes creados para mujeres. He tenido mucha suerte porque los papeles que he interpretado en el cine han sido muy humanos. En la película de zombies, por ejemplo, interpreté a una madre tratando de salvar a su familia, y esa historia fue muy interesante. Hay muchos escritores que han conseguido que actores de tele actúen en cine, y viceversa, así que existe un campo de juego nuevo para la narración y eso es maravilloso.

ESQ: Justo este mes te veremos en la película If I Stay. Háblanos un poco de este y otros proyectos que tengas en puerta.

ME: If I Stay es una historia muy muy bella que está basada en una novela para adultos jóvenes [publicada en 2009 por Gayle Forman], la cual sigue el viaje de una chica que se dedica a la música y cuya familia es víctima de un terrible accidente automovilístico. Ella despierta en una especie de universo intermedio, en el que su cuerpo sigue en el hospital pero ella puede observar todo desde fuera. De este modo puede ver todo el sufrimiento de su familia y debe tomar decisiones; por ejemplo, si decide sobrevivir o no. Este personaje es interpretado por Chloë Grace Moretz [Carrie, 2013] y yo hago el papel de a su mamá, quien de joven estuvo interesada en la música punk en Portland, Oregon. Todo sucede en una especie de mundo alternativo y ella es una madre muy situada en la realidad. Es muy diferente a Sarah. Además de esta película, no tengo nada en puerta. Acabo de tener un bebé, así que me gustaría hacer una pausa y luego ver qué sucede.

The Last Ship

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Originalmente publicado en esquirelat.com

La nueva serie de Michael Bay llega a la televisión por TNT.

Dicen que The Last Ship es una serie de televisión, pero desde el primer capítulo uno siente que está viendo una película. La historia inicia cuando un grupo de marinos sale hacia el Ártico para completar una misión sin saber que el 80% de la humanidad se ha infectado con un virus letal. Mientras los tripulantes del USS Nathan James pasan meses en altamar, sus amigos y familias mueren. Sólo hasta que regresan y se acercan a las costas estadounidenses se enteran de que los gobiernos de todo el mundo se han colapsado y de que quizá ellos son los únicos sobrevivientes de la pandemia.

Dan ganas de ver The Last Ship en una pantalla de 16×9 —tamaño cine—, con un buen equipo de sonido y palomitas en mano. El barco en el que se grabó la serie no es un set artificial, sino un destructor de la marina de Estados Unidos. Para que su interpretación fuera creíble, los actores fueron asesorados por miembros de la marina en tiempo real. La música —tan emotiva como épica— fue compuesta por Steve Jablonsky, quien también hizo los arreglos para las cuatro películas de Transformers que Michael Bay —productor ejecutivo de la serie— ha dirigido hasta el momento.

The Last Ship está basada en un libro. El volumen homónimo se publicó en 1988 y describe lo que sucede con la tripulación de un barco que sobrevive a una guerra nuclear. La adaptación —dirigida por Jack Bender (Lost y Under the Dome)— está protagonizada por Eric Dane y Rhona Mitra: él saltó a la fama por su papel de McSteamy en Grey’s Anatomy y ella se volvió memorable por convertirse en la segunda modelo que inspiró el físico de Lara Croft en el videojuego de mediados de los noventa. Él es el capitán del barco. Ella es una microbióloga en busca de una vacuna para salvar a lo que queda de la sociedad.

The Last Ship es difícil de clasificar. Tiene algo de ciencia ficción, de drama y de thriller. A pesar de que retoma una temática muy similar a otras series y películas actuales, aborda el conflicto con mayor seriedad… O quizá —como dijo Eric Dane durante la presentación de la serie en México— nuestra aniquilación como especie cada vez se siente más real y por ende nos aterra como nunca antes.

Desde el Hotel Four Seasons del DF, hablamos con Eric, y él nos dijo más acerca de The Last Ship, que se estrena este lunes 4 de agosto por TNT a las 9 pm.

ESQUIRE: ¿Cuándo empezaste tu carrera en Saved by the Bell (1989), ¿alguna vez imaginaste que interpretarías a un capitán, como ahora en The Last Ship?

ERIC DANE: No, jamás pensé que volvería a trabajar después de Saved by the bell [ríe].

ESQ: ¿Cuál fue el primer reto de tu preparación para interpretar al capitán Chandler?

ED: Me puse en forma tanto como fue posible, porque sabía que habría momentos de mucho esfuerzo físico durante la grabación. No investigué mucho con respecto a lo que haría un capitán, sino que básicamente me puse el uniforme y actué con base en las circunstancias con tanta veracidad como fue posible.

ESQ: Alguna vez mencionaste que sentías cierta presión por interpretar al capitán de un barco. Ahora que terminó el rodaje de la primera temporada y se confirmó que habrá una segunda, ¿sigues nervioso?

ED: Nunca sentí presión. Siempre pensé que tendríamos una buena oportunidad de tener éxito y estaba feliz y orgulloso con lo que creamos. Nunca pensé que tendríamos tanto éxito como tuvimos, pero no todo dependió de mí. Estuve acompañado de un gran elenco, un gran director, grandes escritores y Michael Bay, quien definitivamente ayudó. Pienso que todo eso, en conjunto, derivó en el producto final y en la posibilidad de hacer una segunda temporada.

ESQ: Tu familia estuvo en el ejército. ¿Qué implicó este papel para ti?

ED: Sí, de hecho mi papá estuvo en la marina. No sé si es un guiño para él, pero yo tengo un profundo respeto por las fuerzas armadas de Estados Unidos y específicamente por la marina del país. Así que significó mucho que pudiera retratar la vida de un comandante de un barco. Tuve que hacerlo con tanta precisión como fuera posible, porque estas personas han sacrificado mucho por su país, y no sólo en Estados Unidos, sino en cualquier nación. Y no sólo me refiero a los sacrificios físicos, sino a que tienen que pasar tiempo lejos de su familia, muchas horas lidiando con protocolos y demás. Quisimos honrarlos tanto como fuera posible y la mejor manera de hacerlo fue retratando sus vidas con tanta precisión como fuera posible.

ESQ: ¿Cómo fue la dinámica con el resto del crew, considerando que grabaron en un espacio tan pequeño como el de un destructor real?

ED: Fue difícil, porque corríamos el riesgo de que las dinámicas se sintieran forzadas. Grabar en un destructor fue un reto porque los espacios eran pequeños y constantemente tienes que lidiar con la geografía del barco y con el hecho de que en una escena participan varias personas de la producción. Pero todo el mundo tuvo una buena actitud y la dinámica fue buena.

ESQ: En el piloto de la serie nos damos cuenta de que tu personaje tiene una familia y no sabe si volverá a verla. Cuéntanos más de ese lado humano que veremos de tu personaje.

ED: Es algo que está ahí, pero a la vez no… Es decir, cada decisión que hago como líder y como capitán debe estar compartimentalizada, porque debo pensar en los intereses de la misión y el bien común de quienes estamos en el barco, pero al mismo tiempo tengo una familia a la que tengo que volver y no sé si está a salvo o no. En el piloto vemos que me mandan un mensaje donde me dicen que están en una cabaña con mi padre, y luego en los siguientes episodios habrá algunos recuerdos de lo que sucedió antes de que me fuera, pero no es algo que tendrá continuidad. Eventualmente sabrán si me reuniré con mi familia o no. Ya lo verán.

ESQ: Hablando de familia, la televisión es muy demandante. ¿Cómo mantienes un balance entre tu trabajo y tu vida personal?

ED: Es difícil, justo ahorita estoy en Montreal grabando una miniserie. Ahorita vino mi esposa a México para acompañarme, pero he estado fuera de casa durante un tiempo y el domingo tendré que volver a viajar durante un mes. Así que no podré estar con mis hijos, y eso es muy complicado. Es justo uno de los sacrificios que también hace la gente que está en el ejército. Yo también tengo que pasar mucho tiempo lejos para trabajar, e incluso cuando estoy en la ciudad en la que vivo, tengo que estar trabajando. Hay veces que me levanto y salgo antes de que se despierten y vuelvo cuando ellos ya están dormidos, así que es un reto.

ESQ: Seguro que después del éxito de Grey’s Anatomy tuviste muchas ofertas de trabajo. ¿Te concentraste en buscar papeles que fueran 100% distintos a McSteamy?

ED: Sí, estaba buscando algo diferente, pero creo que así sucede con cualquier actor. Siempre quieres retarte, usar distintos sombreros. Pero no quería agitar ninguna imagen. Estoy muy agradecido con Grey’s Anatomy y con el papel que interpreté ahí. Es lo que finalmente me permitió llegar hasta donde estoy el día de hoy. Así que el cambio sucederá con el tiempo, de manera orgánica.

ESQ: ¿Qué tan difícil es para ti que continuemos preguntándote por ese papel una y otra vez?

ED: ¿Sabes? Es difícil, porque trato de no dar la misma respuesta cada que me lo preguntan. Lo más fácil para mí sería responder lo mismo una y otra vez, pero pasé siete años de mi vida en esa serie y le di una porción significativa de mi vida. Eso fue muy bueno para mí, así que no quiero rechazar ninguna pregunta que alguno de ustedes pudiera tener al respecto dándoles la misma respuesta una y otra vez.

ESQ: Tienes mucha experiencia en series. ¿Cómo sientes que cambió la televisión desde tus inicios y hasta ahora?

ED: Cuando empecé a trabajar en Grey’s Anatomy, la tele no era como ahora. Dios, eso fue hace mucho tiempo. Ahora, gracias a la televisión de cable, tienes una gran variedad de programas y muchos de éstos tienen gran calidad. Definitivamente han cambiado las reglas del juego. Hoy hay mucho más que puedes hacer en cable, porque no tienes las restricciones y estándares del resto de la televisión. Y como resultado hay mucha más gente talentosa que trabaja en el medio.

ESQ: Pronto te veremos en cine en The Grey Lady. ¿Puedes hablar un poco de este proyecto?

ED: Sí, acabamos de terminar de filmar. Estuvimos en Nantucket y retratará a un detective de homicidios de Boston, cuyo trabajo es rastrear y perseguir a un asesino serial. Pierde a su novia en los primeros cinco minutos de la película y su vida se destroza, así que viaja a Nantucket para seguir una pista y tratar de reconstruir todo lo que perdió y recuperarse. Mientras está ahí, el asesino serial lo sigue hasta la isla, y se convierte en una persecución donde deja de quedar claro quién está persiguiendo a quién.

 

Andy Serkis: el héroe de las mil caras

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Originalmente publicado en Esquire no. 70 (PDF aquí)

            Andy Serkis podría ser la envidia de Brad Pitt. Es actor —como Pitt—, ha trabajado en películas hollywoodenses millonarias —como Pitt— y es un hombre de familia que acaba de cumplir 50 años, también como Pitt. Sin embargo, Serkis puede hacer algo que el marido de Angelina Jolie sólo sueña: salir a la calle sin ser devorado por paparazzi y caminar con sus hijos de la mano.

            Andy dice que es un hombre afortunado y que posee lo mejor de dos mundos, pero moverse entre las cámaras de cine y el anonimato no es algo gratuito. Aunque es uno de los mejores actores de su época, pocos lo identifican por su nombre. Eligió una vida que remite a los orígenes del teatro, en la antigua Grecia, porque sólo así aseguraría que su capacidad interpretativa —y no su imagen o su fama—  fuera lo primordial en su carrera. Él no es un hombre con suerte, sino un actor que optó por un camino que nadie imaginaría para una estrella de filmes que recaudan más de 300 millones de dólares: el de la vida detrás de una máscara.

***

            Es fácil encontrar a Andy Serkis en un set de filmación. Lo más probable es que sea el único vestido con un traje parecido al de un buzo, un casco parecido al de un minero y unos guantes parecidos a los de un guardameta. Cualquiera diría que está disfrazado. Él dice que no, que al contrario, que cuando actúa siempre debe imaginar su disfraz. Y tiene razón. A su alrededor han caminado elfos y han danzado nativos, pero cuando él se mira al espejo durante un rodaje, no observa a Kong ni a Godzilla, sino el reflejo de sí mismo vistiendo lo de siempre: una entallada prenda de látex negro y un casco con el que parece que viajará al centro de la Tierra.

            Para ciertos actores, esperar a que concluya su proceso de caracterización es un acto de paciencia budista. La primera vez que Jennifer Lawrence interpretó a Mystique, en X-Men: First Class (2011), estuvo ocho horas sentada en una bicicleta mientras el departamento de maquillaje coloreaba su piel de azul. Cuando Andy Serkis interpretó al simio de Rise of the Planet of the Apes (2011), pasó semanas en cuclillas, arrastrándose y rugiendo como primate, sin saber cuál sería el aspecto final de su personaje. La piel rugosa, el maxilar protuberante, el pelo y los ojos verdes aparecieron después, cuando el equipo de animación terminó su labor en posproducción.

            Andy siempre se ha sentido fascinado por las metamorfosis. “Nací con la idea de crear personajes y transformarme. Cuando empecé a trabajar en teatro me integré a una compañía en la que tuve que montar 14 obras. Ensayaba de día y actuaba de noche. Me maquillaba y hacía todo solo, así que desarrollé un verdadero amor por el arte de la transformación.”

            Andy aprendió a crear personajes desde su niñez. Nació en Inglaterra, pero por el trabajo de su padre —un médico iraquí radicado en Londres— pasó diez años viajando a Medio Oriente. En esa etapa de su vida comprendió la importancia de apoyar a las minorías y conoció la ira ante la injusticia. Cuenta que su padre siempre trabajó en favor de gente necesitada, que construyó un hospital civil en Irak y que a pesar de haber sido capturado por el dictador Saddam Hussein, continuó defendiendo sus creencias. Mientras tanto, su madre se las arreglaba para trabajar en una escuela de niños discapacitados y cuidar de Andy y sus cuatro hermanos.

           Cuando entró a la universidad, Andy se volvió socialista y estudió Artes Visuales, pero abandonó la pintura y la política para convertirse en actor. Siempre ha pensado que el teatro tiene un potencial transformador porque cuestiona estereotipos, propone discursos, tiene el poder de humanizar a un villano y explorar qué es lo que lo motiva a comportarse como tal. Hoy lleva casi 30 años actuando detrás de una máscara porque no persigue la mirada pública, sino el sueño de que su actuación transforme una vida y no sea mero entretenimiento.

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            Hay una maldición que persigue al protagonista de Dawn of the Planet of the Apes: el riesgo de que el público lo confunda con una caricatura. Sus personajes no se crean como los dibujos animados, pero ¿cómo lograr que eso quede claro? Andy es el mejor en lo que hace porque nadie lo había hecho antes y todo empezó cuando el director de la trilogía de The Lord of the Rings, Peter Jackson, le dijo: vamos a crear un personaje con un sistema de sensores —el traje de buzo y el casco de minero— que registren tus movimientos en una computadora.

            El sistema copia y reproduce la actividad del cuerpo como haría la aguja de un sismógrafo con un temblor. Si Andy sonríe, la curvatura de unos labios aparece en pantalla. Si enloquece, un par de ojos desorbitados y una mueca de agonía se duplican en formato digital. Los animadores a cargo de la caracterización de los personajes que interpreta detallan el color y la textura de la piel, agregan o restan pelo u otros rasgos animales, pero la voz, actitud y emotividad son 100 por ciento de Andy.

            El actor se inició en la técnica de performance capture en la primera cinta de la trilogía, en 2001. En ella interpretó a Gollum, una criatura esquizofrénica y solitaria cuya obsesión por un anillo se transforma en su desgracia. En un principio Andy sólo sería actor de doblaje y participaría en la producción durante tres semanas, pero cuando Jackson lo vio actuar decidió reescribir el guión. El video con el que Andy audicionó deja claro por qué: el británico parece un psicópata. Bajo una chamarra negra de piel, suda y respira con dificultad. Tiene los pelos parados, y descompone su rostro como si lo estuvieran quemando con un hierro al rojo vivo.

            Sin importar el papel que interprete, Andy termina por fundirse con sus personajes. Cuando concluyó el rodaje de Rise of the Planet of the Apes, el editor de sonido dijo que no podía diferenciar los rugidos del actor de los de simios de verdad. El plan nunca fue que Andy copiara los bramidos de un primate de carne y hueso, pero cuando uno de los asistentes le pidió que bajara el volumen de sus vocalizaciones para poder registrar el diálogo del resto de los personajes, el actor respondió: “¡Este es mi diálogo!”. Andy no sólo quería rugir como un simio, sino sentirse como tal.

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            Antes de iniciar el rodaje de un filme, el actor promedio recibe un guión, memoriza sus diálogos y se familiariza con la historia. Dustin Hoffman, por ejemplo, es célebre por los métodos que emplea para involucrarse con sus personajes: cuando hizo All the President’s Men (1976), se fue a vivir un mes a casa del periodista Carl Bernstein, con el fin de hablar y comportarse como él. Luego, para Marathon Man (1976), llegó al set tras pasar tres noches en vela, pues el libreto decía que su personaje debía lucir como un hombre que había pasado tres noches sin dormir.

            En 2004 Andy Serkis recibió el guión de King Kong y su reto fue convertirse en un gorila de 50 metros que, por supuesto, no hablaba. Andy se puso a trabajar. Observó horas y horas de documentales de National Geographic y Discovery Channel. Pasó semanas en el zoológico de San Diego, en California, y otras tantas frente a la jaula de cuatro gorilas del zoológico de Londres. Viajó a Ruanda a escondidas de Peter Jackson —quien dirigió la cinta y le prohibió salir, preocupado por su seguridad— y estudió a esta especie en las montañas. Tomó apuntes. Hizo dibujos. Se involucró de tal manera que mientras estuvo en Londres creó un lazo con una hembra llamada Zaire y soportó que Bob, el macho alfa de la comunidad de gorilas en cautiverio, le lanzara piedras a su cámara mientras los fotografiaba.

            Andy se obsesiona con sus personajes porque su reto no sólo es aprender sus movimientos para mimetizarlos, sino encontrar su personalidad. Cuando se preparaba para interpretar a Gollum, concluyó que su tarea sería internarse en la mente de un adicto, en una criatura que estaba entre un junkie callejero y un sobreviviente de un campo de concentración. “Antes de interpretar a un personaje, te debes preguntar: ¿qué puedo decir de la condición humana a través de este papel? Cuando empecé a trabajar en Kong entendí que los gorilas tienen personalidades individuales. Para mí, la esencia de Kong es la soledad, y eso era lo que debía transmitir: su aislamiento. Es casi como un psicótico solitario que lo único que hace es tratar de sobrevivir en un ambiente en el que todas las criaturas que lo rodean asesinan para lograrlo.”

            Y así, inmerso en el mundo de los primates, Andy comprendió lo que a nadie le pasa por la cabeza cuando se sienta a ver la historia del gorila: a pesar de que vive en una isla en la que se ofrecen sacrificios en su honor, Kong es un animal que sufre. Es un ermitaño, y por eso la relación que establece con la rubia Ann Darrow lo cambia para siempre.

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            Si hay algo que molesta a Andy Serkis es que confundan a dos de sus personajes más queridos con changos. Él vio documentales, visitó zoológicos y estuvo en África. Sabe que Kong es un gorila y que César es un simio. Además,  conoce la psicología de ambos: la herida de Kong es la soledad; la de César, el deseo de pertenencia.

            La historia del personaje que interpreta en su nueva película se originó hace medio siglo. En 1968, Charlton Heston protagonizó The Planet of the Apes, un filme de ciencia ficción inspirado en la novela homónima de Pierre Boulle. En ella se narra la aventura de un astronauta que cae en un planeta habitado por simios inteligentes y luego descubre que en realidad viajó al futuro, donde los primates tienen el control del mundo y los humanos son esclavos. Si bien la trama es descabellada, la película fue un éxito, y en los siguientes años se produjeron cinco secuelas, dos series de televisión y un remake a cargo del célebre Tim Burton.

            En 2009 terminaron el guión de una precuela. Rise of the Planet of the Apes inicia con la historia de Will (James Franco), un científico en busca de la cura para el Alzheimer cuyo laboratorio experimenta con simios. En un accidente, la madre de una cría muere y así es como Will adopta a César, cuya inteligencia es motivo de orgullo: sabe comer con cubiertos, dibujar y hablar con señas. La pesadilla inicia cuando César ataca a un vecino, lo confinan en un refugio para primates y piensa que Will lo abandonó. En venganza, César huye de la prisión, roba la cura del laboratorio de Will y la disemina: sabe que es tóxica para los humanos pero que multiplica la inteligencia de los simios.

            Dawn of the Planet of the Apes inicia diez años después, cuando pareciera que la vida se ha apagado en San Francisco y la ciudad se ha transformado en una jungla. “En las manos equivocadas, la película podría ser un desastre. Matt [Reeves] fue el director ideal porque se enfocó en expresar un comentario social, en hablar de la humanidad. El trabajo más importante de un director es llegar al corazón de algo”, dice el actor.

        Andy lleva décadas dejándose conmover por César. Dice que si no le entusiasmara, no habría accedido a interpretar a un simio a su edad. Además, claro, está el asunto tecnológico. Andy aceptó integrarse a esta nueva cinta porque la producción de Dawn of the Planet of the Apes hizo algo inédito: es la película que más performance capture ha empleado en la historia del cine  y prácticamente todas las escenas se filmaron al aire libre. Para lograrlo, los diseñadores de producción pasaron más de cinco meses construyendo una aldea animal en un parque de diversiones abandonado en  Nueva Orleans y cientos de animadores trabajaron más de un año en el perfeccionamiento de 1,200 tomas de actores comportándose como simios. En esta película no hay un solo primate artificial: detrás de cada uno de los que aparecen en pantalla hubo un actor en traje de buzo y casco de minero.

***

            Es fácil notar un paralelismo entre César y Andy Serkis. A su manera, ambos encabezaron una revolución: uno en la sociedad, el otro en la actuación. “Es interesante analizar esa relación. Supongo que sí he alcanzado un punto en el que he acumulado mucha experiencia en un área que me apasiona. Sigo creyendo que el perfomance capture será la herramienta de narración de la próxima generación”. Justo por eso, Andy fundó The Imaginarium, una compañía especializada en consultoría y perfeccionamiento de esta técnica de animación para cine, televisión y videojuegos.

            Iniciar una tendencia siempre implica sacrificios. Durante sus primeros años como actor de performance capture, Andy trabajó el doble que sus compañeros. Tan sólo su esfuerzo en la trilogía de The Lord of the Rings merece acreditarlo como superhéroe: hubo casi 500 días de rodaje en 150 locaciones distintas, y aunque Andy no apareció en todas las escenas de la saga, sí realizó una labor titánica. Como la técnica estaba en pañales, tuvo que interpretar sus escenas en locación, con sus compañeros, y luego repetir cada una de sus tomas en un set independiente, frente a una pantalla en blanco, para que cámaras, computadoras y animadores pudieran registrar su actuación.

            ¿Todo eso valió la pena? “Claro. Me encanta este estilo de trabajo porque me ofrece una gran sensación de libertad. Muchos actores morirían por tener la oportunidad de interpretar a estas increíbles criaturas que nos rebasan. No me siento limitado por ningún papel porque sé que puedo interpretar al personaje que quiera en esta etapa de mi carrera. Sólo necesito sumergirme en él.”

            Lo que Andy no admite —quizá por humildad— es que ya no sólo es un actor enmascarado. En 2012, Peter Jackson le confió la segunda unidad de producción de su película The Hobbit: The Desolation of Smaug. Durante los 200 días que duró el rodaje, Andy estuvo a cargo de la dirección de actores, la ejecución de tomas aéreas y la organización de batallas. Además, hoy cuenta con 100 cámaras en The Imaginarium, está dirigiendo su primer largometraje —una adaptación de Animal Farm, la novela de George Orwell— y está filmando Star Wars: Episode VII con J.J. Abrams, quien nos tuvo seis años pegados a la televisión con Lost (2004) y revivió con gran éxito la franquicia cinematográfica de Star Trek (2009).

            El trabajo de Andy es como el del percusionista de una orquesta sinfónica: está alejado del protagonismo porque no lo motiva la fama, sino su pasión por el arte. A pesar de que hace 15 años se popularizó el performance capture, los actores que deciden especializarse en esta técnica reciben pocas recompensas. Celebridades como James Franco se han pronunciado en favor de crear una categoría específica para premiar la genialidad de intérpretes como Andy en los Oscar, pero ésta y otras academias se han negado, alegando que sus personajes son retocados en computadora.

            Nada de esto es relevante para Andy. Sabe que a sus 50 años es un hombre afortunado. Sabe que mientras siga actuando detrás de una máscara podrá salir a la calle con sus hijos y por ello siempre tendrá lo mejor de dos mundos. Sabe que no es necesario que exista una categoría que premie su trabajo porque el performance capture no es un género de actuación. Sabe que ES actuación.

Fotos: cortesia de 20th Century Fox

Este Soy Yo: Nicola Peltz

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Originalmente publicado en Esquire no. 70 (PDF aquí)

ACTRIZ, 19 AÑOS, NUEVA YORK

> No me preocupó qué tan sexy me veía en Transformers: Age of Extinction. Michael Bay [el director de las cuatro películas de la saga] ha hecho comerciales de Victoria’s Secret y es brillante para retratar a mujeres hermosas, así que me entusiasmé mucho.

> Uno de mis hermanos se emocionó cuando obtuve el papel de Tessa en la película, pero otro se decepcionó mucho. Me dijo que eso implicaba que ya no vería a Megan Fox en pantalla. Le pedí disculpas.

> Hasta el momento no he tenido que lidiar con la fama. Nadie sabe quién soy. Hoy puedo caminar por la calle y a nadie le importa. Tampoco me preocupa que eso cambie. Lo que más me gusta es actuar, así que espero seguir haciéndolo y conseguir más papeles.

> Cuando Michael me llamó para decirme que había conseguido el papel, estaba en el coche con mi mamá. Me volví loca. Ella me preguntó qué me pasaba. Cuando le dije, me preguntó si no sería una broma y le respondí que no, que esperaba que no.

> Me emocionó mucho saber que Mark [Wahlberg] interpretaría a mi papá en Transformers. Es un actor muy talentoso. Trabajar con él es el sueño de cualquier actor joven. Sólo con verlo actuar —incluso sin estar en la misma escena que él— aprendes mucho de su trabajo.

> Mi papá es tan estricto como el personaje de Mark en Transformers. Además tengo seis hermanos, así que si un chico cruzara la puerta de mi casa sería muy intenso.

> Hacíamos muchas bromas en el set. Teníamos, por ejemplo, una que llamamos wild weave wednesdays [miércoles de tejido salvaje]. En la película aparezco con el cabello muy largo, por lo que Mark decía que mis extensiones parecían un tejido. Por eso le parecía muy gracioso arrancármelas y quedarse con mechones de pelo en la manos.

> Hubo una vez que tuvimos que grabar en la cima de un edificio al que sólo muy pocas personas podían subir. Por eso las chicas de peinado y maquillaje se quedaron abajo. En algún momento, Mark pensó que ya habíamos terminado de filmar y que sería gracioso jalarme el pelo. Y lo hizo. Se quedó con todo mi cabello postizo en las manos y, de pronto, Michael dijo: “Nos falta una escena con Nicola”. Empecé a decir: “Oh Dios, oh Dios, ¡no tengo pelo en la cabeza!”. Mark se estresó y empezó a ponerme todo el pelo otra vez, ¡pero se veía terrible! Parecía uno de esos tipos que tienen la parte superior de la cabeza calva y lo peor es que no me di cuenta, creí que me veía fabulosa, así que seguí haciendo la escena. Cuando volteé, Michael dijo: “Por Dios, ¿qué le pasó a tu cabello?”.

> Tengo cuatro hermanos mayores y dos más chicos que yo. Además tengo una hermana y dos pares de gemelos. Todos son hijos de los mismos padres y, si vieras a mi madre, no creerías que tuvo tantos hijos. Creo que me resultó muy fácil adaptarme al set de Transformers porque mi casa es muy caótica.

> Cuando era más joven tomé clases de actuación en un curso de verano y me encantó. Así supe que quería ser actriz, pero tenía 12 años y a esa edad no sabes lo que implica tomar esa decisión. Sólo sabía que me gustaba. Cuando obtuve mi primer trabajo en el Manhattan Theatre Club tuve que trabajar mucho. Así descubrí que en verdad era mi pasión, no una faceta que después desaparecería.

> Mi familia no quería que fuera actriz, pero después de que logré conseguir trabajo mi hermano quiso intentarlo. Es un actor grandioso y estará en la nueva película de Jason Reitman [Men, Women & Children]. Se llama William Peltz. Tienes que verlo.

> Mark y Michael son tan talentosos que es ridículo. Nos divertimos mucho durante la filmación de Transformers. Antes de que me integrara al proyecto, escuchaba expresiones como cgi [Computer-generated imagery, por sus siglas en inglés] y me parecía algo muy lejano, pero en el rodaje estuve rodeada de estas referencias constantemente.

> Michael es un genio. Su ojo para la filmación y la manera en la que consigue que los personajes cobren vida, es impresionante. Es loquísimo cómo logra que un grupo de robots se muevan. Le pone mucho corazón. Es grandioso para unir las piezas de un rodaje que involucra animación. Además, es muy específico al dirigir. Por ejemplo, si un robot debe arrodillarse, da las instrucciones necesarias para que eso suceda. Hay una persona que se encarga de eso: sostiene un palo, que a su vez tiene una especie de cartulina con la cara de Optimus Prime, Bumblebee, o cualquier robot. Entonces, como actor, primero te sientes como un completo idiota porque estás hablando con un palo, pero Michael te dice que te la tienes que creer. Y tiene razón. Si no lo haces bien, cuando se termina el proceso de edición el robot ya está ahí, y entonces sí puedes lucir como un imbécil.

> No me interesa un género específico en cine. Lo que me gusta es interpretar a gente que no soy yo y que haría cosas que yo no haría en la vida real.

Foto: cortesía de Paramount Pictures

 

El Cielo no es como lo pintan

Greg Kinnear

Publicado en la revista Esquire no. 70 (PDF aquí)

Tu hijo despierta de una cirugía y te dice que estuvo en el Cielo. Además, tiene pruebas. ¿Que harías? En Heaven Is for Real, Greg Kinnear es un pastor que pasa por esta situación.

La historia es la siguiente: cuando Colton Burpo cumplió cuatro años de edad, ingresó a la sala de urgencias de un hospital de Nebraska, Estados Unidos, para ser operado del apéndice, donde estuvo a punto de morir. Por ello, según sus médicos y familiares, su recuperación fue un milagro.

Poco después, el pequeño Colton puso de cabeza todo lo que sus padres creían. Les dijo que había estado en el Cielo y que ahí se enteró de cosas que no tendría manera de saber; por ejemplo, que su madre tuvo un aborto y que su padre perdió la cordura en la capilla del hospital mientras él estaba en cirugía.

Cuando Todd, el padre de Colton, decidió plasmar su historia en papel, el libro se convirtió en un #1 Best Seller de The New York Times, y a la fecha ha vendido más de ocho millones de ejemplares en Estados Unidos. Ahora la anécdota llega al cine bajo la dirección de Randall Wallace (guionista de Braveheart, en 1995, y director de The Man in the Iron Mask, en 1998), y Greg Kinnear está feliz de interpretar a un pastor cuyo hijo lo obliga a reflexionar acerca de lo que sucede después de la muerte. Estuvimos al teléfono con el actor que nos cautivó en As Good as It Gets (1997) para hablar de esta cinta.

ESQUIRE: La película ha tenido buenas críticas y el libro fue un bestseller. ¿Qué es lo que cautiva de la historia?

GREG KINNEAR: No he leído el libro, pero en cuanto a la película, todo empezó cuando hicimos una búsqueda exhaustiva por todo el país buscando al Colton Burpo ideal, y encontramos a Connor Corum, que es tremendo. Pero no sé, creo que al final la película se enfoca menos en el Cielo y más en la relación entre las personas de esta familia. La historia cuenta lo que les pasó con tanta honestidad como es posible. Además, creo que hoy la gente está más abierta que antes a estos temas. El actor Christian Bale está trabajando en algo parecido, y este año aparecerá una película llamada God’s Not Dead.

ESQ: ¿Crees que la película podría interesarle incluso a la gente escéptica?

GK: Claro. Lo supe en cuanto leí el guión y me reuní con Randy Wallace y el productor, Joe Roth. Me hablaron de la historia y me pareció que, estuviera basada o no en hechos de la vida real, era perfecta para el cine. Sin embargo también me sentí un poco reticente, porque tendría que interpretar a un pastor, cosa que nunca antes había hecho, y cuando he visto pastores en películas, suelen ser interpretados con cierta reverencia. Sin embargo, en Heaven Is for Real Todd además es papá, bombero y réferi de luchas. Es decir, no es un pastor con un solo matiz.

ESQ: ¿Sólo te preocupó tu interpretación o el personaje en sí?

GK: No quería que mi personaje fuera muy religioso. En un principio pensé que cuando su hijo le dijera que había ido al Cielo, Todd no le haría ninguna pregunta, que todo sería un guión lleno de dogmas y religión pero, en lugar de eso, la película trata de enseñarte la sorpresa de Todd ante estos acontecimientos. Eso es fuerte. Hubo gente y comunidades religiosas que dijeron: “Espera un segundo, él es un pastor, no debería de tener ningún problema en aceptar que su hijo fue al Cielo”. Yo estuve completamente en desacuerdo con esa idea. Cuando la gente se entera de que alguien es religioso, suele pensar que no tiene la habilidad de cuestionar nada, pero creo que es una manera limitada de ver a alguien que podría creer en Dios o en un poder mayor. Eso no quiere decir que no tendrá preguntas, que aceptará todo.

ESQ:¿Qué aportó Randall Wallace para crear un filme único?

GK: Pasión. Yo trabajé con Randy en una de sus otras tres películas —We Were Soldiers (2002)— y sé que además dirigió The Man in the Iron Mask y escribió Braveheart. Es un tipo sumamente apasionado. Cuando escuché la historia y decidí trabajar con él, sentí que las estrellas se alineaban porque tenía frente a mí al director adecuado para contar la historia adecuada. Creo que Randy tiene la habilidad de moldear una historia y mantenerla real.

ESQ: Tu personaje cuestiona si lo que su hijo dice es verdad o no. ¿Te pasa eso como papá en la vida real?

GK: Claro, mis hijos constantemente ponen a prueba mi confianza con cualquier historia. Utilizan esa imaginación increíble que tienen todos los niños para decirme algo que podría sonar medio loco, y que sé que no es verdad; pero al mismo tiempo mis niños, como todos, tienen momentos en los que sé que nadie es más honesto conmigo que ellos. Si me veo gordo, mi hijo me lo va a decir. Y no va a intentar suavizarlo ni nada, porque no tienen un filtro. Lo que es interesante de la película es que Colton tenía cuatro años cuando le contó su historia a su papá y Todd empezó a luchar con la idea de que lidiaba con la imaginación de su hijo pequeño, que también veía dinosaurios y demás, y a la vez con el otro lado del niño que era completamente honesto y verdadero.

ESQ: La película lidia con un tema que nos preocupa a todos: qué pasa al morir. ¿Tú qué preguntas te haces en esta etapa de tu vida?

GK: Cuestiono mi habilidad de ser un buen padre, es un trabajo que no termina y constantemente intento lidiar con ello tan bien como sea posible… pero no hay una guía de cómo hacerlo, así que ese es un tema que se mantiene.

Vecinos en la calle del infierno

Townies

Publicado en la revista Esquire no. 70 (PDF aquí)

Mark y Kelly tenían una vida tranquila… hasta que conocieron a sus nuevos vecinos. Rose Byrne nos habla de Neighbors, la comedia que protagoniza con Seth Rogen.

Mark (Seth Rogen) y Kelly (Rose Byrne) acaban de tener una bebé. Acordaron que él se dedicaría a trabajar y ella atendería el hogar. Salen poco de casa porque prefieren pasar tiempo en familia y vivir tranquilos. Las cosas cambian cuando llegan sus nuevos vecinos: 50 estudiantes que forman parte de una fraternidad y que con sus fiestas, borracheras y condones regados por el jardín, transformarán su vida en un caos. Entrevistamos a la guapa australiana que protagoniza esta comedia del director Nicholas Stoller (The Five-Year Engagement, 2012) y nos habló de cómo fue su experiencia durante la filmación.

ESQUIRE: ¿Cómo te involucraste en la película?

ROSE BYRNE: Ya había trabajado con Nicholas Stoller [en Get Him to the Greek (2010)], así que acepté hacer una lectura con Seth Rogen. Nick fue quien me introdujo a la comedia en cine, así que fue adorable volver a trabajar con él en un personaje como éste, distinto a lo que hago usualmente.

ESQ: ¿Cómo influyó tu experiencia previa de trabajo con Nicholas, en Get Him to the Greek?

RB: Fue divertido, porque pudimos ahorrarnos la etapa de “vamos a conocernos”. En términos de ensayo e improvisación todo el equipo nos dio mucha libertad creativa. Todo fue colaborativo. Con él puedes hacer lo que quieras y proponer cualquier cosa, y nos motiva a hacerlo constantemente. Gracias a eso, quizá, tuve más confianza para actuar en esta película.

ESQ: Seth Rogen dijo que no hubo muchos ensayos formales para esta cinta. ¿Hay algo de lo que te sientas particularmente orgullosa con respecto a tu actuación en Neighbors?

RB: Cuando tuvimos las primeras conversaciones sobre ella, lo que dejé claro fue que no quería ser la típica esposa que vemos en las películas. Quería alejarme del estereotipo que solemos ver en este tipo de filmes. El objetivo fue ir en contra de la convención de la esposa irritante o la compañera que no se involucra con su familia, o que sólo espera en casa con la mano en la cintura. Nos interesaba que mi personaje fuera tan irresponsable como el de Seth, para que juntos tuvieran una crisis nerviosa acerca de lo que implica ser padres.

ESQ: ¿Hay algo en lo que te identifiques con Kelly, tu personaje?

RB: Hay cosas en las que sí. No tengo hijos ni estoy casada como Kelly, pero me podría relacionar con ese periodo de transición, en el que ya estás harta y necesitas salir huyendo. Fuera de eso, para ser honesta, ella es diferente. Yo soy una persona bastante controladora, y ella no. Ella es justo lo opuesto: una chica que solía salir de fiesta, que era un poco hippie e irresponsable y que no ha madurado mucho.

ESQ: ¿Hay algún truco para trabajar con niños en una película?

RB: Las gemelas con las que trabajamos fueron increíbles. Eran muy tranquilas, de temperamento adorable. Yo tengo sobrinos, así que conozco algunos trucos para distraer a los niños. Sin embargo, también sé que tuvimos suerte. En otras películas he trabajado con niños difíciles a los que simplemente no les interesa hacer lo que se les pide, pero estas niñas siempre estuvieron felices y dispuestas a realizar lo que fuera necesario. Fueron un deleite, todo el mundo amaba estar con ellas. Durante el rodaje solíamos decir que si alguien nos garantizara que tendríamos hijos así, seríamos papás mañana mismo.

ESQ: En la película hay escenas de sexo, pero muy cómicas. ¿Te divertiste con ellas?

RB: Las escenas donde el sexo es gracioso son sencillas. Son absurdas y ridículas. Como no se crea ninguna intimidad, son mucho más fáciles. Físicamente, no son muy reveladoras; más bien se trata de hacer reír a la gente. Además es increíble trabajar con Seth, porque es perfecto para ello: ha hecho comedia stand-up, es un actor prolífico, escritor y ahora director. Puede recurrir a una parte de su cerebro que no tiene filtros, así que sientes que estás en buenas manos.

ESQ: También actuaste con Craig Roberts y Carla Gallo. ¿Cómo fue trabajar con ellos?

RB: Craig es un actor grandioso. Es muy gracioso y dulce y es exactamente lo que la película necesitaba. Carla es una chica muy profesional. Es muy talentosa, hace muy bien su papel de loca y excéntrica en la película. Su papel requería que hiciera cosas arriesgadas y no tuvo ningún problema con ello. ¡Debería protagonizar su propia película! Logró que todas sus escenas funcionaran. Espero que pronto volvamos a verla, pues nunca había conocido a alguien como ella.

ESQ: Los hombres predominaban en el reparto. ¿En algún momento fue difícil estar rodeada del “Club de Toby”?

RB: Por momentos sí me sentí minoría. Soy un tanto callada cuando estoy en el set, y suelo mantenerme un poco aislada, pero en esta película todos fueron muy cálidos y amistosos.

ESQ: ¿Qué te llevas de la experiencia de trabajar en Neighbors?

RB: Siento que hice lazos fuertes con Nick y Seth. Fue muy divertido el rodaje, especialmente cuando Carla estaba presente. Además hice un esfuerzo por integrarme, lo cual fue sencillo, porque Nick es muy lindo y siempre quiere que todo el mundo disfrute la experiencia.

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