RAPA NUI, Chile (AP) — Esta historia inicia con un caballo que deja su rastro sobre la arena y una joven francesa que pausa su cabalgata para observar el mar.
Delphine Poulain sonríe mientras apunta con el índice hacia la costa, como si recordara el sitio exacto en el que hace 27 años se detuvo y pensó: “Quiero vivir aquí”.
Por aquel entonces ya llevaba tiempo viajando entre las islas de la Polinesia, pero nunca antes había pisado Rapa Nui. Bastó una visita para desear un futuro lejos de las grandes ciudades en esta tierra de volcanes extintos y estatuas monolíticas llamadas moai.
Algunos mapas identifican el hogar que la adoptó como “Isla de Pascua”, pero Delphine lo llama como sus pobladores originarios: Rapa Nui. Allá muy lejos de este punto en lo inmenso del Pacífico están el continente americano y Chile, país al que se adscribe la isla. Aquí en Oceanía, donde la artista francesa de 52 años ha echado raíces, están la paz y el aislamiento que atesora y comparte con otros 8.000 habitantes.
Aquel paseo con su caballo ocurrió en 1994. Estaba de vacaciones y había volado desde Tahití, donde vivía y trabajaba transportando turistas como navegante profesional.
“Desde el primer día pensé: quiero regresar”, recuerda. “Mi sueño de vivir aquí nació ese primer día”.
Entre aquella cabalgata y esta tarde de verano pasaron casi tres décadas. En ese tiempo Delphine estudió enfermería y ejerció el oficio. Navegó. Trabajó como decoradora de embarcaciones. Regresó varias veces a París, donde nació, pero su fascinación por la Polinesia la trajo de vuelta al Pacífico una y otra vez.
En uno de esos viajes volvió a enamorarse del chico francés que le robó el corazón en su país entre los 14 y los 16. Ahora tienen dos hijos adolescentes y desde 2014 los cuatro han hecho un hogar en Rapa Nui.
El año pasado, para agradecer lo que la isla ha traído a su vida, Delphine ofreció un regalo al templo católico local: un proyecto que consistiría en pintar 14 vidrieras para representar el vía crucis en la Iglesia de la Santa Cruz, ubicada en el centro de Hanga Roa, ciudad principal de Rapa Nui.
Aunque la población actual es mayoritariamente católica, sus prácticas religiosas se entretejen con lo ancestral. Las canciones que entonan en las misas narran pasajes bíblicos pero no se cantan en español, sino en rapanui. Las estatuas de madera que retratan a la virgen María y al espíritu santo no se inspiraron en la iconografía occidental, sino en la fisonomía y el legado de los antepasados.
En la iglesia de la Santa Cruz, la madre de Dios no parece una mujer de finos rasgos europeos, sino un moai. El tercer símbolo de la trinidad no es una paloma, sino un manutara, un ave de pico alargado que fue central para el culto espiritual isleño del siglo XVIII.
Adaptar la iconografía católica a la cultura ancestral de Rapa Nui ha sido clave para crear y mantener adhesión al catolicismo. Y no sólo eso: los rapanui son tremendamente celosos de su identidad, por lo que a un extranjero sólo se le admite de manera permanente cuando demuestra un esfuerzo visible por pertenecer y aportar algo a su cultura. En una tumba fechada en 1969, afuera de la Santa Cruz, están los restos de Sebastián Englert, el sacerdote y misionero alemán más querido por los rapanui. Sobre ella, una leyenda dice: “Vivió entre nosotros y habló nuestra lengua”.
Delphine cuenta que ser aceptada en la isla no fue rápido ni sencillo, pero ella ha asumido el proceso con perseverancia. Incluso sus vidrieras son un paso más en el camino: los personajes que retrata se inspiraron en gente conocida y poseen rasgos rapanui. Desde que comenzó a colocar las imágenes en los ventanales, algunas personas que antes no la saludaban ahora agitan la mano y dicen su nombre cuando la ven pasar.
“Es un trabajo de vida, de actitud”, explica. “Tú lo ves. Tengo tanto respeto a la isla y a la gente. Antes era yo sola, con mi caballo y mi libertad, pero ahora la gente conoce bien a mi marido y a mis niños. Los niños abren otras puertas”.
Su casa podría pasar desapercibida ante un extranjero que camine veloz y descuidado por la playa frente a ella. Es un rectángulo grisáceo como la piedra volcánica que le sirve de base y la abraza una vegetación verde y preciosa, similar a la que se observa en un viñedo.
El compromiso que tiene Delphine para integrarse con la isla es absoluto. Rapa Nui no es su tierra de origen, pero la respeta y la procura como si lo fuera. Eligió el color de su casa para no alterar el paisaje. El agua que utiliza es sólo aquella que recolecta de la lluvia. La única electricidad que disfruta es la que le ofrece un panel solar.
Incluso su habla refleja que es de aquí sin ser de aquí: aunque su español no ha logrado desprenderse de su acento francés, cuando saluda no dice “hola”, sino “iorana” —una expresión local— y entre otras palabras no dice “bebé”, sino “guagua”; nunca “novio” o “pareja”, sino “pololo”.
Con amor y paciencia, sus manos y las de su familia han acomodado cada ladrillo de esta vida que han construido desde que Delphine tuvo aquel sueño mientras montaba su caballo frente a este mismo mar.
En el verano de 2014, el primero que vivieron aquí, no tuvieron más que una carpa para resguardarse, pero ahora su hogar es un depositario de lo que la isla les ha obsequiado.
El techo se construyó con lámina y el resto con madera. Los pisos y paredes descansan sobre rocas o troncos. Los trastos se lavan en lo que antes fue la parte baja de una bañera y por encima del comedor de cuatro plazas se alza una lámpara que tuvo otra vida como tambo de metal.
“Ha habido mucha dificultad, pero también mucha felicidad. Éste era mi sueño y vivir tu sueño es increíble”, dice Delphine.
Dentro de su estudio —una de las cuatro habitaciones de esta guarida impredecible y fascinante— hay un árbol junto al escritorio improvisado en el que la artista se inspira para dibujar.
Su trabajo inicia con trazos sobre la hoja en blanco y cuando un boceto la convence lo lleva al lienzo con pintura de acrílico, que es la que más le gusta emplear. Para las vidrieras de la iglesia requiere otro pigmento que sólo consigue en Francia y se transporta en barco, por lo que el proceso demora y aún le faltan diez de las 14 vidrieras por terminar.
Todas las paredes están cubiertas de algo. En una de ellas hay tubos de pintura a medio usar. En otra cuelgan espátulas, martillos y cuerdas. Junto a la puerta se recargan lienzos sin usar y tras su mesa de trabajo hay obras que inspiró en la cultura rapanui: retratos de niños cubiertos con takona, pintura tradicional que se fabrica con pigmentos naturales y se asemeja a un tatuaje, y un manutara de perfil.
Delphine no estudió arte de manera formal, pero siempre ha sentido curiosidad y deseos de explorar. Sus padres tenían libros en casa y de niña abrió uno que describía los misterios del mundo, donde leyó por primera vez sobre Rapa Nui.
Cuando no tiene un lápiz o un pincel en las manos, Delphine maneja las riendas de alguno de sus siete caballos, con los que obtiene algunos ingresos y ofrece cabalgatas para turistas que visitan Rapa Nui.
Esta historia acaba con una mujer francesa que se sienta afuera de una casa del color de un volcán.
Con una copa de vino tinto en la mano, Delphine Poulain detiene sus ojos claros en un paisaje que podría ser una de sus pinturas, pero es tan real y palpable como el sueño que cumplió: sobre esa arena que hace 27 años la vio cabalgar, su marido camina descalzo detrás de sus caballos.
Son sólo sombras bajo el cielo infinito de la tarde y dentro de unos minutos, cuando se hayan alimentado y la luz haya menguado, volverán a galopar en libertad.
____
AP Foto: Esteban Félix.
La cobertura de noticias religiosas de The Associated Press recibe apoyo a través de una colaboración con The Conversation US, con fondos del Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de todo el contenido.
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — En la voz de Yamilleth no hay rastro de duda. Una vez más, Nuestra Señora de Guadalupe la salvó.
“Ayer que salimos de ver a la Virgen yo andaba con mi teléfono y no sé cómo lo perdí… Marcamos al número mío y gracias a Dios una señora contestó. Todos me decían ‘no lo vas a recuperar’ y yo dije ‘virgencita, no puedo regresar sin mi celular’. Como a la hora, la señora me lo llevó. Te digo: es el milagro que la Virgen me hizo”, contó a The Associated Press.
Éste no es el primero ni el más importante de los favores que Yamilleth Fuente dice haber recibido de su Virgen, sino un recordatorio de que siempre la cubre su manto protector. Por eso, como millones de devotos, esta salvadoreña de 49 años viajó miles de kilómetros para visitar la Basílica de Guadalupe, que resguarda la aparición mariana más importante de México.
En 2014, cuando Yamilleth enfermó de cáncer, también se encomendó a su Virgen y ahora asegura que le debe cada aliento. Cuenta que es devota desde hace décadas y su familia comparte su fe.
“Toda la vida he querido a la virgencita y antes hasta soñaba con ella”, aseguró. “Mi hija se llama Alexandra Guadalupe porque es un milagro de la Virgen”.
——
El primer creyente se llamó Juan Diego.
Una madrugada de 1531, este indígena caminaba cerca del cerro del Tepeyac cuando el canto de unos pájaros atrajo su atención. Decidió parar y tras un instante de silencio la escuchó.
“Mi Juanito, mi Juan Dieguito”.
Era Ella y, en su voz, su nombre.
Habían pasado diez años desde la conquista española, por lo que México era un territorio de indígenas que habían renunciado a sus creencias para abrazar otra fe.
Juan Diego subió al cerro y en lo alto vio una doncella de pie. De acuerdo con el Nican Mopohua —un documento del siglo XVI que según la Iglesia Católica narra esta aparición—, Ella llevaba un vestido que resplandecía como el sol y las rocas bajo su pisada parecían jades.
Era la Virgen María, la Madre de Dios, y habló en náhuatl. Usó el lenguaje de Juan Diego para demostrarle cuánto lo amaba y le hizo una petición: construir una “casita sagrada” para poner a Dios de manifiesto y ofrecerlo a la gente.
“A Él, que es mi mirada compasiva; a Él, que es mi auxilio; a Él, que es mi salvación”.
——
La Basílica de Guadalupe es visible a kilómetros de distancia. Su cuerpo es redondo y sobre su techo hay una estructura que simula el manto de la Virgen. Esto envía un mensaje: Ella cobija a todos, tal y como siente Yamilleth.
Los mexicanos conocen la zona como “La Villa” y a su alrededor el movimiento no cesa. Por sus accesos peatonales fluyen peregrinos locales o extranjeros. Lo mismo llora un bebé desde su carriola que un anciano apoyado en su bastón.
Algunos asisten a misa. Otros se persignan y se van. Muchos prenden cirios afuera del templo.
La fe en la Virgen de Guadalupe no choca con otras creencias. Es usual observar fieles que entran al santuario entonando canciones típicas de sus pueblos o vistiendo ropas autóctonas.
“Nosotros somos de la Comparsa Axolotl Niño Dormidito”, dijo a AP Guadalupe Rodríguez, una mujer sonriente que fotografía a sus compañeros, unos danzantes con quienes caminó desde un barrio ubicado a unos 25 kilómetros de ahí.
Son casi una decena. Visten túnicas de colores, sombreros que parecen tambores y máscaras de hombres barbados. Mientras avanzan interpretan un baile que surgió como una especie de burla hacia los conquistadores.
La Basílica actual es el edificio más nuevo del complejo. Data de 1976 y, según el gobierno de Ciudad de México, el 12 de diciembre pasado recibió a 3,5 millones de fieles que celebraron la aparición de la Virgen hace casi 500 años.
A su alrededor hay otros santuarios: un exconvento, una capilla y la primera parroquia en la que se edificó una ermita para la Guadalupana. Ninguna, sin embargo, tiene un tesoro como el de la nueva Basílica.
Un manto que cuelga al centro del recinto es la prueba del milagro. Desde ahí, como alguna vez miró a su Juan Dieguito, la Virgen de Guadalupe observa al resto de sus hijos. La protege un vidrio que ha resistido atentados y se la puede ver a pocos metros desde una banda móvil que pasa bajo sus pies.
Ahí no se permite tomar fotos pero para sus fieles eso no resta emoción al encuentro. “Ni te puedo describir cómo lloré”, contó Yamilleth.
——
En algunas creencias, la iconografía es fundamental. Es lo que ancla la fe y la materializa; lo que le da cuerpo al nombre.
Para los mexicanos, la Virgen de Guadalupe también es la “Morenita” porque su rostro es mestizo. Representa a esa Iglesia nueva que pidió erigir.
En una edición comentada del Nican Mopohua que el canónigo Eduardo Chávez publicó en 2017 se cita un relato que se cuenta sobre la Virgen en Veracruz, un estado en el Golfo de México. “Su rostro no es ni de ellos (españoles) ni de nosotros (indígenas), sino de ambos. Identificarse con su rostro mestizo nos compromete a vivir como hermanos”.
Juan Diego también tiene una carga simbólica. La Aparición implica que Dios habló al hombre a través de su madre y el interlocutor elegido no fue un europeo ni un noble, sino un “indito” o “macehual”. Esto es clave porque supondría que con la manifestación de la Virgen surgió también un rayo de esperanza para los más vulnerables.
Antes de la Aparición, la viruela había matado a casi la mitad de la población indígena. La estructura social, política y económica previa a la conquista había sido destruida. La religión tampoco se salvó. “Fue una tremenda tragedia existencial ver desplazados sus ídolos y templos, aquello por lo que habían dado literalmente su sangre”, escribió Chávez.
A las faldas del cerro que hoy resguarda a la Basílica existió un templo para la diosa Coatlicue Tonantzin y la fecha de la Aparición coincidió con una fiesta indígena anterior a la conquista, pero la Iglesia rechaza que la fe Guadalupana sea un sincretismo. Para ésta es un punto de partida hacia algo nuevo.
“El mundo antiguo se terminó, se colapsó, se destruyó, pero no para desgracia del ser humano. Ese 12 de diciembre de 1531 se verificó este maravilloso encuentro entre el verdaderísimo Dios por medio de su Madre para dar una vida llena de amor y misericordia, para la salvación plena y total”, puntualizó Chávez.
——
Una explanada a espaldas de la Basílica parece un estacionamiento de casi cien mototaxis. Junto a los vehículos, sus conductores esperan a un sacerdote que les dará la bendición.
“Cada año venimos a darle gracias a Dios, a la Basílica, a la Virgencita, y para que nos ayude”, explicó a AP Abraham García, dueño de uno de los mototaxis que vive en Nezahualcóyotl, cerca de la capital.
El mexicano de 45 años narra que él y sus compañeros viven en comunidades humildes y siempre tratan de dar un buen servicio. “Este año nos fue bien y nos vamos más bendecidos para tratar de ser mejores personas”.
El fervor hacia su Virgen se observa en cada vehículo. Algunos la llevan estampada en la parte trasera. Otros despliegan su escultura con flores como un altar bajo el retrovisor.
Para la Iglesia Católica, la misma imagen de la Virgen es un milagro. Cuando la “Morenita” le pidió a Juan Diego su casita sagrada, éste acudió al único hombre con el poder de construirla: el obispo. El mensajero se arrodilló en dos ocasiones frente a Fray Juan de Zumárraga, pero él dudó de su palabra y le pidió una prueba de que la petición venía de la Madre de Dios.
Juan Diego volvió ante Ella. Siguiendo sus indicaciones, recogió todas las flores que encontró en el Tepeyac y las guardó en un manto que llevaba frente al pecho. “Con esto le conmoverás el corazón al Gran Sacerdote para que interceda y se erija mi templo”, le dijo al pedirle que llevara las flores al obispo.
Una vez frente a Zumárraga, el macehual soltó su tilma. Con la caída de los pétalos la imagen de la Virgen apareció sobre la tela y ése fue el inicio del culto mariano más importante del país.
——
La veneración del manto es uno de los objetos de estudio de la doctora Nayeli Amezcua, académica de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
“Tiene que ver con la importancia de la materialidad en el catolicismo”, refirió a AP. “Es una religión muy sensorial… De muchos objetos a través de los cuales se transmite lo sagrado”.
La experta explica que en el siglo XVI había más de una manifestación de la Virgen María, como la Virgen de los Remedios, pero no todas se insertaron en la sociedad con la misma fuerza. ¿Por qué?
Hay varias hipótesis, refiere Amezcua. Un factor es la potencia de la imagen: la Virgen que se le aparece a Juan Diego está embarazada, con el elemento divino dentro de ella y tiene voluntad propia. La otra se relaciona con los sacerdotes que se hicieron devotos e impulsaron el culto más allá de su área geográfica.
Además, está el milagro. Los santos más importantes de la Iglesia Católica son los más milagrosos, refiere Amezcua, y eso es lo que permite que ésta siga en una suerte de competencia con otras religiones como el pentecostalismo.
“En torno a las imágenes hay narraciones que dan cuenta de milagros, ya sea por un origen milagroso o porque se le reza y concede el milagro”, añadió. “Nosotros podríamos decir que son representaciones, pero para los creyentes las imágenes en sí mismas tienen vida”.
——
La Iglesia y los expertos coinciden en que el culto a la Virgen de Guadalupe se fortalece con la oralidad: el devoto le pide algo, Ella lo concede y el milagro se difunde.
Aquella mañana en que Yamilleth visitó la Basílica, llevaba un pañuelo amarillo con la imagen de su Virgen alrededor del cuello. “Yo siempre doy testimonio de que mi vida está muy apegada a la Madrecita”.
En su casa en Sonsonate, al occidente de El Salvador, dice tener más imágenes de Ella.
“Mi vida entera está llena de milagros de Dios y la Santísima Virgen de Guadalupe. Tendrías que sacar un libro por tanto que ella ha hecho en mi vida”, finalizó.
——
AP Foto: Eduardo Verdugo
La cobertura de noticias religiosas de The Associated Press recibe apoyo a través de una colaboración con The Conversation US, con fondos del Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de todo el contenido.
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — En La Luz del Mundo el rezo de los devotos se propaga a través de los templos como si fuera una misma voz. El llanto colectivo se prende y se apaga casi en automático. El vestir es una etiqueta que dice: pertenezco aquí.
En cada culto, en cada calle y en cada hogar de la comunidad, los fieles corean lo que dicte Naasón Joaquín García, el tercero de una estirpe que se dice elegida por Dios para difundir sus enseñanzas a unos cinco millones de almas bajo el título de apóstol de Jesucristo. Aunque cumple una condena de 16 años de cárcel en Estados Unidos por abuso sexual, aún creen en su palabra porque retarla sería como retar a Dios.
Para algunos ex devotos, la doctrina de esta religión fundada en México en 1926 rehúye al pensamiento crítico, la toma de decisiones al margen de la iglesia y la formación de una identidad propia. Las pautas de La Luz del Mundo dictan cómo nombrar a los bebés, cuándo llorar y cuántas horas ayunar para pedir a Dios por su apóstol encarcelado, pero no hay guía que alumbre el camino de quien decide separarse del rebaño.
Éstos son los recuerdos de tres mujeres que trataron de nadar a contracorriente y quienes pidieron ser identificadas sólo por su primer nombre para evitar posibles agresiones por sus comentarios: Bárbara, Victoria y Vee.
____
Aquella tarde, el ministro entró corriendo al templo como un viento enfurecido y dijo: “Hermanos, estamos en una situación de emergencia. El apóstol necesita nuestra oración”. La escena era insólita para una iglesia cuyos protocolos tienen la precisión de un reloj suizo.
“Yo pensaba ‘se murió, le dio un infarto’. Mil cosas pasaron por mi mente, menos lo que sucedió”, cuenta Bárbara.
Y es que lo que sucedió fue la hecatombe: el siervo al que Dios le hablaba al oído estaba en manos de la policía de California por cargos de tráfico humano y violación de menores. “Nos dijeron ‘no vean noticias, no busquen en internet’. Dijeron que era pecado y blasfemia contra el Espíritu Santo ver cualquier cosa que hablara mal de él”.
Su cuerpo temblaba de miedo con cada vibración del teléfono y bloqueó toda notificación que la tentara con novedades. “No te miento: agarrar el celular era un terror de que te iba a tragar la Tierra. Eso sentía, que si veía algo me iba a ir al Infierno”.
Y así siguió hasta que un día vio algo y la Tierra no se abrió.
Aquella noticia recuperaba el testimonio de una víctima que dijo ser sobrina de Naasón. Una pregunta llevó a otra y el muro de certezas que protegía su fe cayó. “Ésa fue la puerta para empezar a abrir los ojos y cuando se declaró culpable dije: ya no”.
Acudir a su esposo no salió como esperaba. “Él se cerró. Llegó un punto en que me dijo: ‘Ya no quiero que me digas nada. No voy a pelear contigo, pero no toques el tema’. Él dice que todo es mentira. Ahí fue cuando nuestro matrimonio empezó a tambalearse”.
Tras la sentencia de Naasón le dijo a su marido que dejar la iglesia era un punto sin retorno. Él titubeó, pero rehuyó la separación y a la fecha sólo él y su suegra conocen su decisión.
Aunque poco a poco ha reparado la relación consigo misma, aún le falta enmendar sus vínculos con Dios. “No he tratado de buscarlo, de hacer esa oración íntima que te lleva a él. Cuando empecé a abrir los ojos recuerdo que lloraba mucho y le pedía: ‘Señor, si este hombre (Naasón) es malo, ábrele los ojos a mi esposo’. Era mi oración constante y verlo todavía pegado a esto, fanatizado, me genera tristeza. ¿Entonces dónde está Dios?”.
____
Victoria tenía un truco para salirse con la suya: cuando se cortaba el pelo a los 15 años, entraba al templo con la cabeza echada ligeramente hacia atrás para que los mechones bajaran unos centímetros y pudiera despistar al enemigo.
Su cotidianidad no fue la de una nueva generación que puede asistir a fiestas, maquillarse o ver telenovelas. Ella vivió medio siglo en el mundo del no: “no” al teatro, “no” al baile, “no” a las faldas ajustadas. Para estudiar la universidad se mudó de país y empezó a vivir sola, pero la doctrina la siguió como su sombra. “Siempre tratas de hacer lo correcto. No te desvías porque piensas ‘Dios me va a castigar’”.
Sus primeras rebeldías fueron comprar boletos para el cine y celebrar el fin de su último semestre en una reunión con amigos vistiendo jeans. “Mi actuar era dentro de las reglas que te estipulan. Te dicen que tienes libre albedrío, pero eso es contradictorio. Cuando te unes a la iglesia estás crucificado. Te dicen: ‘crucifica tus deseos carnales porque debes estar crucificado como Cristo’”.
El lenguaje construye realidades y La Luz del Mundo se hace de siervos hasta para atender el teléfono. “La persona ideal es la que está a disposición del ministerio. Cuando llaman, tú debes responder ‘heme aquí’. Siempre ‘heme aquí’, para lo que sea”. Y ella estuvo. Ahí. Para lo que fuera, durante casi 50 años. No fue sino hasta el arresto de Naasón que decidió dejar de estar.
“Este hombre desgració muchísimas vidas. Nos tuvo esclavizados”.
Su nombre no es Victoria, pero pide guardar su identidad porque tras la detención dejó la iglesia y no quiere perjudicar su paz. “En tu reportaje llámame Victoria, porque así se siente haber conseguido la libertad”.
____
Hubo un tiempo en que el corazón de Vee latió más por su apóstol que por ella.
El remordimiento que sentía por ser quien era se volvió tan inmenso que aquella noche le hizo una propuesta a Dios. “Me hinqué, lloré y lloré y dije: ‘Señor, llévame a mí en vez de a él. Fue mi culpa. Por mi culpa está enfermo. Dale a él la vida que necesita y llévame a mí’”.
En la doctrina de Samuel, segundo apóstol de La Luz del Mundo y padre de Naasón, no había lugar para Vee. La devoción al siervo era bienvenida, pero el amor de una mujer a otra mujer, jamás.
Minutos antes de haber hecho esa oración, Vee estaba lejos del templo. Intentaba reconstruirse en un mundo en el que su identidad de género no fuera pecado, pero su madre llamó: “Tu apóstol está muy mal”. Y ella volvió.
Vee fue una entre miles que rezaron en vela ante la certeza de que el final estaba cerca. Samuel aseguró por años que con su último respiro los “llevaría con Cristo”, así que con su muerte ellos tendrían que morir. “Amanecí pensando: ‘nos va a llevar, me voy a ir al infierno’”. Pero nada ocurrió.
Vee no se sintió a un paso de las tinieblas por obra del Diablo, sino porque su religión la condenó.
En esa iglesia que tanto quiso y en la que todos se llaman “hermanos” nunca hubo un soplo de aliento para Vee. Tenía 17 años cuando un ministro la interrogó sobre una vida sexual que no sólo debía ser privada, sino que ella desconocía, y le arrebató la única “bendición” que la mantenía a flote. Primero perdió su trabajo en el coro; luego la relación con su familia, el amor por sí misma y su fe.
Ahora un zurcido invisible subyace a sus palabras. Le tomó 13 años reparar lo que su iglesia rompió. Poco a poco volvió a hablar con su madre. Poco a poco sanó.
“No hay nada malo conmigo, nunca hubo nada malo conmigo. No soy vómito. Nunca lo fui. Hablar de mí no me gustaba, pero ahora siento que el universo me preparó para hacerlo. Puedo ser feliz con quien yo quiera, conmigo misma, que es lo más importante. Es muy emocional para mí porque no lo había podido hacer en todos estos años. Siento tanta felicidad de poder decir: ésta soy yo, y eso está bien”.
____
Foto: Refugio Ruíz
—-
La cobertura de noticias religiosas de The Associated Press recibe apoyo a través de una colaboración con The Conversation US, con fondos del Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable del contenido.
Adentro del templo no queda espacio para nadie, pero cuando la voz del apóstol rompe el silencio y sus devotos la reconocen, entre las filas de hombres y mujeres se hace un lugar para el llanto.
Las palabras de Naasón Joaquín García despiertan sollozos dentro y fuera de un santuario en el que su ausencia entristece la noche. Él es quien suele presidir la festividad más sagrada de la iglesia La Luz del Mundo en Guadalajara, al occidente de México, pero el mensaje que transmite en esta Santa Cena proviene de la cárcel.
“Yo no veo una celda de cuatro paredes. Yo no veo los barrotes que me separan de vosotros. Yo veo vuestros hermosos rostros. Veo esta hermosa fiesta porque vosotros sois los hijos de Dios”, dice Naasón en una llamada desde Los Ángeles, donde cumple una condena de 16 años de prisión tras haberse declarado culpable de abusar sexualmente de tres menores.
Al escucharlo casi todos cierran los ojos. Muchos levantan el puño. Varios lloran arrodillados.
El mexicano de 53 años fue arrestado en 2019 en California y enfrentó más de 20 cargos penales por tráfico de personas y producción de pornografía —entre otros delitos—, pero tras hacer un trato con la fiscalía en junio de 2022 ésta desechó 16 señalamientos ante la mirada atónita de las víctimas, que sin éxito pidieron al juez una sentencia más larga.
Una nueva demanda se presentó el 8 de septiembre a nombre de las cinco demandantes originales, que se identifican bajo el pseudónimo de Jane Doe. Ésta señala a Naasón de haber condicionado a las víctimas para servirlo por encima de todo, lo que habría resultado en abuso sexual contras ellas durante años. El documento añade que otros miembros de la iglesia fueron cómplices.
Algunos fieles consideran que el proceso contra Naasón fue injusto y La Luz del Mundo aseguró en un comunicado que se “escondieron, fabricaron y alteraron pruebas”, lo que habría impedido que la defensa refutara los alegatos de las denunciantes. Según el texto, él asumió la culpa para proteger a la comunidad y a su familia de “acusaciones infundadas” y mientras esté en prisión continuará “cumpliendo la misión de Jesucristo”.
Al término de la Santa Cena del 14 de agosto, ataviado con esmoquin blanco, Phares Ruiz dijo a The Associated Press que sus antepasados han pertenecido a la comunidad por tres generaciones y que los hijos que aún no tiene encabezarán la cuarta. El salvadoreño de 42 años viajó casi 2.000 kilómetros para asistir a este culto en el que se comparte pan y jugo de uva para conmemorar el sacrificio de Jesús. Aunque afirma que la ausencia de Naasón se siente como la falta de un familiar, hay que seguir adelante porque “el apóstol de Jesucristo en ningún momento manifiesta tristeza”.
Para los fieles de esta iglesia cristiana fundada en el estado mexicano de Jalisco en 1926, el liderazgo de su apóstol no está en duda. Lo consideran un elegido por Dios para predicar su palabra y lo que diga es incuestionable porque no es él quien habla, sino Dios.
Según Phares, mientras Naasón se mantenga “firme en sus convicciones” seguirá dando frutos a su congregación.
———————————————-
Al caminar por algunas aceras de Hermosa Provincia uno podría pensar que se trata de un barrio cualquiera, pero en la sede de La Luz del Mundo todas las calles llevan a Dios.
Para la comunidad esto no es una metáfora. Jericó, Belén y Nazareth son algunos nombres de las vías que vistas desde el cielo forman una figura geométrica cuyas líneas convergen en una glorieta donde se ubica un templo blanco de más de 80 metros de alto.
En el área que abarca unas 14 hectáreas los habitantes de Hermosa Provincia se reconocen como “hermanos”, viven en hogares de una o dos plantas y se cuidan entre sí. En la avenida principal algunas de las casas blancas parecen caramelos en formas de espiral, pero el resto de las viviendas son sencillas.
Los hermanos rezan juntos por los enfermos, le han hecho un lugar a la mujer en sus cultos —permitiendo que lidere alguno de los tres oficios diarios— y durante los días que anteceden a la Santa Cena ofrecen hospedaje a quienes llegan desde lejos. Según dijo la oficina de prensa de esta iglesia a AP, en el barrio no hay delincuencia y todos se sienten protegidos.
———————————————-
Como en otras religiones, en el principio fue la voz.
El primero que dijo haberla escuchado fue Eusebio Joaquín González (1896-1964), un militar mexicano que comenzó a predicar tras una noche en la que dijo haber recibido el llamado de Dios. Su esposa fue su primera creyente y hoy la congregación asegura tener más de cinco millones de devotos en medio centenar de naciones.
La historia cuenta que Dios pidió cambios y uno de ellos fue que el nombre de su primer “siervo” no fuera Eusebio, sino Aarón. Y así, el primer apóstol de La Luz del Mundo empezó a predicar un evangelio que según sus creyentes disgustó a la Iglesia católica.
Para el experto en Antropología de las Religiones, Elio Masferrer, el contexto del catolicismo en México es clave para entender el surgimiento de doctrinas como ésta.
Mientras la Iglesia católica es una herencia del sistema colonial español y puede considerarse una “religión de Estado”, las insurrecciones de la población contra ella desde la Revolución (1910-1917) dieron paso a otras propuestas religiosas que debilitaron el monopolio del catolicismo.
Diversos medios han catalogado a La Luz del Mundo como “evangélica” o “pentecostal”, pero sus miembros la identifican como una iglesia cristiana cuyo fundamento es Jesucristo. Según Masferrer, su doctrina busca “la restauración de la Iglesia cristiana primitiva cercana a la teología de los arrianos, una propuesta de interpretación bíblica que dice que Jesús no nace Dios, sino hombre y se convierte en Dios después”.
Por ello, agregó Masferrer, para los fieles el apóstol Aarón y sus sucesores —su hijo Samuel y su nieto Naasón— son “figuras mesiánicas, prácticamente un Dios vivo”.
———————————————-
Los hermanos de Hermosa Provincia se conocen tan bien que es fácil identificar a los “gentiles”, como llaman a quienes no forman parte de la congregación. Algunos sonríen y dan la bendición a los forasteros. Otros desvían la mirada o los observan con recelo.
Actualmente no se permite que la prensa ingrese a los cultos o tome fotografías en el interior de los templos y las entrevistas son controladas. Desde el arresto de Naasón la comunidad ha sido hostigada y el equipo de comunicación de la Iglesia dice que no pueden darse declaraciones oficiales sobre el caso porque hay una demanda civil en curso.
Esta no es la primera vez que los devotos se sienten amenazados. Sin un templo donde profesar su fe, argumentando que él y los suyos eran discriminados y perseguidos en los años 50, Aarón invitó a los primeros creyentes a adquirir un terreno a las afueras de Guadalajara.
De esa compra comunitaria nació Hermosa Provincia, donde los hermanos edificaron su propio templo, pavimentaron sus banquetas y construyeron sus hogares. Después adquirieron otra parcela para sus muertos, pues se sentían rechazados en los cementerios católicos.
Hoy Hermosa Provincia tiene sus propias cafeterías, negocios de abarrotes, clínicas, una biblioteca, un centro recreativo donde se inaugurará un museo y una tienda que vende biblias, libros de alabanzas y juegos de destreza de contenido religioso para niños. De las paredes también cuelgan fotografías de un Naasón alegre y con esmoquin.
La Luz del Mundo prohíbe las imágenes de Jesucristo, pero las familias tienen fotos del apóstol en casa. Algunos cuelgan mantas con su retrato en el balcón y otros enmarcan su sonrisa en un librero. Según dijeron varios fieles a AP, no lo veneran como a Dios, sino que lo aprecian como a un familiar.
Para Naasón la venta de su imagen deriva en ganancias: el apóstol la registró en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial.
———————————————-
La fe de los creyentes de La Luz del Mundo no se consolida por obra divina sino tras años de recibir y repetir una doctrina que penetra hasta su espacio personal.
Cada enseñanza se traduce en algo cotidiano: en los templos las mujeres se sientan a la derecha y los hombres a la izquierda, en algunas ciudades se entrega más del 10% del ingreso mensual a la Iglesia, para explicar una conducta se citan versículos bíblicos y al apóstol no se le llama por su nombre.
“Es una religión muy demandante en la que no es suficiente decir ‘Ya me convertí’ o ‘Ya me bauticé’. Debes seguir ciertos pasos para probar tu lealtad y demostrar que el cristianismo ha cambiado tu vida”, explica a AP la especialista en asuntos religiosos de la Azusa Pacific University, Arlene M. Sánchez-Walsh.
Para algunos jóvenes, memorizar cantos que honren al apóstol, leer la Biblia antes de dormir, asistir a un culto diario y no casarse con “gentiles” no son consejos, sino reglas que los padres imponen bajo la advertencia de que no acatarlas implica condenarse. “Esto se hace para demostrar que, aunque eres parte de este mundo, has aceptado una forma de vida muy particular porque eres cristiano y debes vivir como tal todos los días”, añade la experta.
También hay quienes abrazan su doctrina con devoción. Sara Pozos, de 49 años, piensa que su relación con Dios se ha fortalecido con los años y lo atribuye a un proceso de maduración religiosa.
“Lo que le decimos a la gente cuando nos señala de fanáticos es que el ejercicio de nuestra fe es racional», dice. “El ejercicio de la libertad no está peleado con de la fe. Yo soy muy feliz. No hay nada que haga de manera obligada. Cuando uno está convencido de su fe y de que esa fe no significa un golpe a tus derechos, entonces vives en plena libertad y en plena felicidad”.
———————————————-
En La Luz del Mundo la doctrina se adquiere desde la cuna. Los padres suelen dar nombres bíblicos a sus hijos, como Silem o Hiram para los niños y Esther o Dánae para las niñas. Más tarde, a los 40 días de nacidos, los llevan hasta el templo para presentarlos ante Dios y prometer que los educarán para seguir su camino.
La obligatoriedad de lo que ocurre después es difícil de determinar. Aunque personas que abandonaron la comunidad manifiestan en redes sociales que la presión de lo que se debe y no se debe hacer resulta insoportable, algunos miembros activos afirman que nada se impone ni se castiga. Aquí, dicen, se puede escuchar todo tipo de música y ver cualquier contenido televisivo. Se puede leer libros y viajar. Se puede cuestionar.
Siempre sonriente, con un vestido largo de flores anaranjadas y el pelo negro recogido en un moño, Sailem Castillo cuenta a AP que su iglesia no le impone reglas, sino que le aconseja cómo “mantener una vida decente” en la que una mujer no bebe alcohol ni sale con muchos hombres.
Como todas las hermanas en Hermosa Provincia, suele usar vestidos y faldas que no se ajustan al cuerpo, evita el maquillaje excesivo y los aretes y tiene el cabello largo. Así lo estableció Pedro en la Biblia. La mujer debe estar “sujeta” a su marido. Su conducta debe ser “casta y respetuosa”. Su atavío debe evitar lo ostentoso y distinguirse de lo masculino.
A la comunicóloga y recién casada de 25 años le ilusiona trabajar y viajar y dice que su fe es mera convicción. Actúa “por el bien de su alma” porque al rehuir el pecado también elude ofender a Dios. Asegura que su Iglesia le da paz, aunque reconoce que hay quienes caen en el “extremismo”, lo que perjudica a su comunidad.
“No todos somos iguales”, dice Sailem.
———————————————-
Quienes nacen en la comunidad se bautizan a los 14 años porque, según La Luz del Mundo, eso les permite decidir con plena conciencia si reafirman o abandonan su fe. No obstante, varios ex devotos relatan que en su caso no fue opcional o que no comprendían lo que implicaba.
Antes del bautismo, en un ritual conocido como los avivamientos, los menores pasan días de rezo, ayuno y llanto dentro un templo para recibir al Espíritu Santo. Los avivamientos, el bautismo y la participación en la Santa Cena se consideran requisitos para heredar la vida eterna e ingresar al Cielo.
Los avivamientos consisten en repetir “Gloria a Cristo” una y otra y otra vez.
Gloria a Cristo.
Gloria a Cristo.
Gloria a Cristo.
Arrodillados, sin descansar ni tragar saliva durante horas mientras otros oran y cantan y esperan lo impensable: que algún ministro con una vida ejemplar escuche al adolescente “hablar lenguas” para atestiguar que el Espíritu Santo entró en él.
Una mujer de 50 años que formó parte de la Luz del Mundo relata a AP que durante ese ritual se imparten sermones que denigran a los jóvenes. “Dicen que no somos nada, que somos lo peor, que debes humillarte. Despojan a la persona de ese sentimiento de humanidad y lo hacen sentir lo peor porque es una forma de —supuestamente— humillarte ante Dios y que así él se compadezca y te dé el Espíritu Santo”.
La entrevistada, que se distanció de la iglesia tras el arresto de Naasón, habló bajo condición de anonimato para evitar conflictos con su familia y otros feligreses. Otros como ella han relatado públicamente que la presión de esta ceremonia es brutal. Las rodillas sangran, el cuerpo se agota, los ojos arden de tanto llorar.
Para Raquel Haifa, de 43 años, los avivamientos fueron una situación traumatizante que considera un “abuso” porque los menores no pueden negarse a participar. “¿Te imaginas la carga mental? Yo tenía 14 años y me hicieron pasar por eso por horas”, dice a AP desde Texas.
“En dado momento, ¿sabes lo que hacía? Yo sí lloraba, pero de terror, porque decía ‘Dios, sácame de esto, haz que pase este tiempo rápido’”, agrega. “Miraba a los demás y tenían los ojos cerrados. Yo estaba ahí con mi chalina, hincada y los hermanos gritando y llorando y lamentándose. Cada que abría los ojos los veía ahí arrastrándose en su propia saliva”.
———————————————-
Una escultura que forma la palabra “INOCENTE” atraviesa la calle principal de Hermosa Provincia y expone en letras moradas el único veredicto aceptable para Naasón y sus fieles.
Nada en La Luz del Mundo es más preciado que la palabra del apóstol. Para él se escriben cantos y se entonan alabanzas. Se comercializan sus iniciales en tazas, llaveros, postales y libretas. Con tal de asistir a su Santa Cena, algunos renuncian a sus trabajos o faltan a la escuela. Por él se cruzan ciudades para pedir su bendición.
Cada apóstol de la familia Joaquín ha interpretado la religión a su manera —lo que ha flexibilizado o endurecido la doctrina— y en consecuencia ha transmitido su propia versión de la realidad a la feligresía.
Miles crecieron pensando que el padre de Naasón, Samuel, “los llevaría con Cristo” y esperaron su muerte aterrados ante la idea de dejar este mundo con él. Cuando Naasón tomó el poder, en cambio, dijo que la Biblia era letra muerta o “basura” y eso zanjó el asunto: lo único cierto sería lo que esté en boca del “siervo de Dios”.
El día que Naasón fue condenado, una de las denunciantes identificada como Jane Doe 4 dijo que “veneraba a su abusador”. Previamente los fiscales aseguraron que él se había aprovechado de su influencia espiritual para cometer los abusos y el juez Ronald Coen declaró que nunca dejaría de sorprenderle “la cantidad de vidas que son arruinadas con la excusa de un ser supremo”.
El caso también ha dejado huella en quienes se han distanciado de esta iglesia. En un episodio de un podcast que titularon “Salí de una secta”, Ada Camarena y Lo-ami Salazar relatan que el tema es doloroso a pesar de llevar tres años fuera. “Es muy difícil oír esto después de que te dijeron toda la vida que era un lugar bonito y seguro. Hermosa Provincia era mi lugar feliz y saber que existían estos abusos ahí, en mi lugar feliz, en mi lugar seguro, es horrible”, dice Lo-ami.
Como otros ex devotos, ellas hablan de sus experiencias para intentar sanar. A quienes comparten su sentir públicamente se les agrede y acusa de mentir o lucrar a costa de su religión.
La profesora Sánchez-Walsh explica que en religiones como ésta se crea un espacio donde sólo la Iglesia contiene la verdad. “En el diálogo interno, el mundo exterior no es confiable y quienes no aceptan tus creencias están mal, así que si no logras convertirlos tu deber es alejarlos”.
La devoción de los feligreses es el cimiento de La Luz del Mundo. Son ellos quienes viajan para difundir la doctrina, mantienen la asistencia a los cultos, costean y atienden las vendimias que exige el pastor, defienden su fe ante los incrédulos y pagan por las remodelaciones de sus templos. Gracias a ellos, cuando una comunidad crece y el espacio para orar es insuficiente, el recinto se derriba y se erige uno más grande en su lugar.
Al caminar por Hermosa Provincia se escucha un sentir colectivo: al inculparse, el apóstol de Jesucristo tomó una decisión “valiente” y su ejemplo los ha unido. Ahora son más fuertes, se reconstruirán como sus templos y honrarán aquello que les dio nombre en la Biblia: “Vosotros sois la luz del mundo”.
—————
Foto: Refugio Ruiz
—————
La cobertura de noticias religiosas de The Associated Press recibe apoyo a través de una colaboración con The Conversation US, con fondos del Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable del contenido.
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Como el torrente sanguíneo que irriga un cuerpo humano, alguna vez corrió agua por las calles de la actual Ciudad de México. Su caudal arrasó con animales, casas y gente, pero un día trajo consigo la imagen de una virgen.
Aquel lienzo que cayó en manos de un cacique en 1580 se perdió, pero una copia sobrevive en la pared de un templo que ha visto pasar inundaciones y terremotos sin que la pintura de la virgen sucumba. El último sismo que sacudió su estructura junto al corazón de los mexicanos ocurrió en septiembre de 2017 dejando al menos 360 muertos y el Santuario Parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles parcialmente destruido.
Apenas ahora, a semanas del quinto aniversario de la catástrofe, arrancó la segunda fase de restauración del templo tras una primera etapa que abarcó de septiembre de 2019 a diciembre de 2020.
En el primer domingo de agosto de este año, la misa de las diez de la mañana no es una celebración cualquiera para el santuario de esta virgen que ha resistido ante la fiereza del agua y de la tierra. Cobijado por una carpa improvisada a media calle en el barrio de Guerrero, la emoción del padre Adrián Vázquez ante la noticia del reinicio de la reparación no se esconde ni bajo la mascarilla que le protege en un país que mantiene restricciones por la pandemia.
Más de cien feligreses lo escuchan desde unas sillas de plástico flanqueadas por montoncitos de escombros que cayeron del santuario cinco días después del terremoto. A su izquierda su iglesia está rota. El espacio que rodea a la virgen está intacto, pero otras paredes muestran grietas profundas. Una de sus columnas luce visiblemente inclinada. La mitad de su cúpula colapsó y lo que queda de ella se sostiene con andamios como un anciano que se apoya en su bastón.
Detrás del espacio en el que hubo un altar y hoy abre camino a los andamios, Nuestra Señora de los Ángeles está de pie cubierta por un manto azul, las palmas unidas frente al pecho y una expresión apacible. La imagen retrata la Asunción de María, que para los católicos simboliza que la madre de Jesucristo se elevó al cielo en cuerpo y alma al finalizar su vida terrenal.
María del Carmen Castro, Coordinadora de Conservación del Patrimonio Cultural, explica en un video del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que la parroquia es especial para el pueblo mexicano porque la virgen se considera milagrosa y su santuario es el segundo en importancia después de la Basílica de Guadalupe, donde está la aparición mariana más querida en este país mayoritariamente católico.
El padre José Berruecos, quien hace cien años publicó un libro sobre el templo, la respalda: “En medio de las inundaciones, con todos sus pormenores, con todos los males que causaron, sobre ese fondo de oscuridad y desolación aparece en plena luz la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles como el arco-iris en medio de la tempestad”.
La esperanza no es un placebo, dice el padre Adrián durante la misa, sino una espera que amerita trabajo personal para que las cosas sucedan. Añade que él está esperanzado en que su templo pueda recuperarse, pero lograrlo amerita un esfuerzo colectivo. “La espera no es pasiva y el templo no se va a reconstruir solo o únicamente con ayuda del gobierno. ¿Dónde quedamos nosotros?”.
Durante la misa es notable una ausencia. La virgen no está. Bajo su capilla improvisada sólo le acompaña una copia pintada con cera mientras adentro continúan los trabajos de reparación que el INAH encabeza en éste y al menos otro centenar de templos dañados por el sismo.
Entretanto, la virgen espera, probablemente en el mismo lugar en el que el cacique Izayoque le construyó su primera capilla a finales del siglo XVI y se edificó el santuario actual doscientos años después. Su destino está atado a su templo porque fue pintada sobre una pared de adobe cuya fragilidad le impide moverse.
“Si perdemos la parroquia, perdemos la virgen”, asegura el padre Adrián.
La voz de María González se quiebra cuando recuerda el domingo de 2017 en que la cúpula se fracturó. La mujer de 66 años estaba en su casa cuando empezó a recibir mensajes anunciándole el desplome. Ella y otros vecinos corrieron para acompañar al párroco Cirilo Colín, que estaba a cargo y se retiró antes de la llegada del padre Adrián, a finales de 2019.
“Dicen que fue un ruido tremendo, como una explosión”, recuerda María. “Cuando lo vimos nos pusimos a llorar… Fue un milagro que no hubiera ningún accidente”.
Hoy los fieles cuidan de su virgen como ella ha cuidado de ellos. Cuando el padre Adrián llegó, usó parte de sus propios ahorros para reparar el cableado eléctrico, retocar paredes y resarcir otros detalles. Rosa María Ordoñez, de 76 años y quien conoció la parroquia de la mano de su abuela cuando era niña, vende ropa y otros objetos donados para juntar presupuesto. Otros dan clases de catecismo y otros realizan diversas tareas de limpieza.
Algunos vuelven aunque hayan dejado el barrio o el país temporalmente, como María Elena Corona, que tiene 85 años y pisó el santuario hace más de 60. Aunque se ha mudado en varias ocasiones fuera del país, dice que siempre regresa porque la virgen no la deja ir. La última vez voló desde Estados Unidos, cuando el terremoto de 1985 mató a casi diez mil personas y surcó las primeras cicatrices en el templo. Desde entonces vive en México y ayuda “en lo que se necesite”. Una de sus aportaciones más recientes fue resumir e ilustrar la historia de su virgen en cartulinas desplegadas a espaldas del sacerdote durante las misas.
Con su asignación a esta parroquia, el Arzobispado de México pidió al padre Adrián encabezar una “recuperación integral”, pues tras el daño a la estructura muchos feligreses migraron a templos en mejores condiciones. El párroco de 38 años trabaja sin descanso aconsejando a sus feligreses, pidiéndoles que inviten a más miembros para que crezca la congregación, actualizando las redes sociales del templo y transmitiendo la misa en streaming a través de su celular. Con una sonrisa asegura que el pasado 2 de agosto, cuando fue la fiesta patronal de Nuestra Señora de los Ángeles, la calle estaba a reventar y al menos unas 900 personas asistieron.
La segunda etapa de restauración concluirá en diciembre de este año y se enfocará en el mantenimiento del “camarín”, un espacio que se ubica a espaldas del altar mayor. Según el arquitecto Antonio Mondragón, quien encabeza los trabajos, el objetivo es evitar filtraciones de agua y desprendimientos de aplanados para frenar el deterioro de la estructura y que el camarín sea un espacio que sirva de apoyo cuando inicie la restauración de la nave principal.
Mientras eso ocurre, la virgen aguardará dentro de su “encofrado”, un sistema de protección que el INAH montó sobre la pared de adobe que la mantiene atada a su templo para protegerla de otro sismo o cualquier amenaza que pudiera maltratarla. Ahí, cubierta por un cristal y tapas de madera que se abren y cierran como un libro, sólo recibe a un puñado de afortunados que pueden mirarla de cerca si el sacerdote lo permite y al resto los escucha a la distancia.
Cuando el padre Adrián está a punto de terminar una misa, los músicos se preparan y él pide a la congregación que gire a su izquierda para encarar al templo. “Vamos a cantarle a la virgen”, pide, y aunque no puedan verla, todos levantan la voz para ella.
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Él solo, sin la ayuda de quienes le esperaban ansiosos y con todo el ímpetu que le permitió su pequeño pico, Álex rompió su huevo hace poco más de un mes y hoy tiene a México con una sonrisa de oreja a oreja.
Justo en el momento en que los mexicanos necesitaban alguna buena noticia, el primer pingüino gentoo nacido en el país daba pasitos frente a la prensa que el miércoles lo esperaba con sus cámaras en mano al interior del Acuario Inbursa. El resto de los entusiastas que quieran conocerlo tendrán que esperar debido a las restricciones impuestas en la capital tras un incremento de contagios en medio de la pandemia del nuevo coronavirus, pero Álex ya los aguarda dando aleteos alrededor de pelotas multicolor dentro del hábitat que sus cuidadores crearon para él.
Lograr la reproducción de un pingüino como Álex es todo un reto, pero en este caso se logró gracias a un trabajo arduo de años, cuenta a The Associated Press Patricia Velázquez, médico responsable del área de pingüinos del acuario. Desde que los primeros ejemplares de la especie llegaron a finales de 2014, ella y los otros cinco miembros del equipo se preocuparon por crear las condiciones ideales para lograr su reproducción, como la temperatura, la luz y la alimentación.
En Ciudad de México la luz del sol se suele despedir de las ventanas entre seis y siete de la tarde, pero Álex no le dice adiós más que una hora por día, cuando procuran la noche para él. Patricia explica que esto se debe a que ella y su equipo hacen todo lo posible por reproducir el “fotoperiodo” que este pingüino bebé requiere para desarrollarse adecuadamente. Su alimentación tampoco es casual: el paladar de Álex es exigente y él sólo come pescado que le traen de Canadá.
El proceso para el nacimiento de un pingüino arranca con la formación de nidos y parejas, lo que en este caso ocurrió en 2018, según explica Patricia. “En 2019 tuvimos la primera puesta de huevos, pero ninguno fue fértil, y en 2020 fue cuando tuvimos la primera eclosión de un polluelo”, agrega. “Él empezó a picar el huevito, salió completamente solo. Si hubiéramos visto algún problema, hubiéramos intervenido como equipo para auxiliar al equipo”. Ahora Álex es su orgullo y tanto ella como sus compañeros hablan con gusto sobre él.
Una falla en la temperatura del espacio de un pingüino en un acuario podría provocarle enfermedades e incluso la muerte, pero hasta el momento Álex “ha crecido perfectamente”, dice Patricia. Tanto su papá como su mamá, Beto y Mari, lo han recibido bien. “Han hecho un excelente trabajo como padres”, añade la experta. “No hemos tenido que intervenir mucho. Lo cuidan demasiado desde que estaba en el huevo, para incubarlo, y hasta ahorita que tiene un mes y cachito”.
El nacimiento de Álex también representa alegría para los expertos porque su especie está amenazada. Antonio Martínez, biólogo y gerente regional de Acuarística, dijo a la AP que la reproducción de estos pingüinos juega un papel importante en su conservación, que pende de un hilo debido a la amenaza del cambio climático. Para el acuario es importante este tema y “desde hace cinco años tiene un programa de conservación donde nos hemos dedicado a reproducir diez especies de diferentes organismos, que incluye dos de anfibios, peces, reptiles, corales, medusas entre otros”, explica Antonio.
Los planes para Álex en el futuro no se han definido por completo, pero hasta el momento se tiene pensado que el acuario continúe siendo el espacio para él. En vida silvestre estos ejemplares suelen vivir de 15 a 20 años, pero en cuidado humano pueden vivir hasta 40: otra buena noticia para los futuros visitantes de Álex, a quiénes una vez superada la pandemia recibirá con las aletas abiertas.
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Hay algo que provoca un estremecimiento cuando la lengua se baña por primera vez en un bocado de chile en nogada. Con la mordida inicial cruje su piel salada, el fruto dulce de la granada que lo cubre estalla entre los dientes y ambos sabores bailan en la boca. Casi al instante, la cremosidad de su salsa de nuez envuelve la textura de su carne y justo cuando el paladar se pregunta “¿¡qué delicia es ésta!?”, las especias brotan y los sentidos piden más.
Este coctel de sensaciones no se produce en cualquier cocina. Sus dimensiones no rebasan la palma de una mano y su relleno consta de un solo guiso, pero la especificidad de sus ingredientes y las horas requeridas para prepararlo convierten al chile en nogada en una de las joyas de la gastronomía mexicana y rey de los comedores durante las fiestas patrias de septiembre. Por ello, sólo algunos chefs y entusiastas de las recetas más complejas de México afilan cada año sus cuchillos y su paciencia para dedicar hasta dos días a rellenar las barrigas huecas de estos chiles que no pican.
Una sonrisa surca el rostro del chef Alejandro Cuatepotzo cuando uno elogia el balance entre lo dulce y lo salado de los chiles en nogada que cocina en Arango, el restaurante que abrió en 2018 en Ciudad de México. Mientras dura la temporada _de julio a septiembre_, sirve hasta cien de estos platos semanalmente y para ello su equipo de 14 cocineros dedica ocho jornadas mensuales a preparar una receta que data del siglo XIX y en su caso emplea 30 ingredientes.
Cuatepotzo y los chiles en nogada nacieron en el mismo sitio: el céntrico estado de Puebla. Las versiones sobre el origen del plato varían, pero Ricardo Muñoz Zurita –otro mexicano que además de chef es erudito de la comida local– asegura que se sirvió por primera vez el 28 de agosto de 1821. Ese día, explica, el comandante Agustín de Iturbide acababa de firmar un tratado gracias al cual México logró independizarse de España. El documento se suscribió en el estado de Veracruz, pero en su camino de regreso a la capital Iturbide paró en Puebla y las monjas de un convento lo recibieron con chiles en nogada para celebrar el fin de la colonia. Por ello, dice Muñoz Zurita, no es casual que el plato comparta los colores de la bandera: verde, blanco y rojo.
Aquella receta no sólo sacudió el paladar de Iturbide, quien quedó tan prendado de ella que pidió volver a probarla en Ciudad de México. Desde hace casi 200 años, cuando por primera vez se deslizó sobre un plato de cerámica poblana, este chile se ha posicionado como favorito de muchos. Según el chef Muñoz Zurita, es casi “mítico” porque es un producto efímero: sus ingredientes clave sólo están disponibles tres meses por año y en consecuencia no debería cocinarse fuera de este periodo.
Durante estas fechas algunos mexicanos los evitan porque les desagrada el contraste entre sus sabores, pero en general despierta una fiebre que tapiza las redes sociales de quienes los fotografían antes de devorarlos y lleva a todo tipo de restaurantes a incluirlos en sus menús. La tendencia ha cobrado tal fuerza que en un intento por no quedar fuera, varios acuden a fórmulas sui géneris: mientras una heladería promociona su sabor de “nogada” _hecho con nuez, queso, jerez, leche y azúcar_ una hamburguesería lo ofrece aplastado entre dos panes y hojas de lechuga.
En Arango, un sitio para clase media-alta en el centro capitalino, el chef Cuatepotzo prepara un chile en nogada tradicional _es decir, que ajusta sus ingredientes y elaboración a lo que Iturbide habría comido_ y otro relleno de atún para quienes prefieren las notas saladas. Sin embargo, asegura, 75% de sus clientes elige el primero. “Es un plato que tiene mucha mística, mucho carácter”.
Para él, la clave del sabor equilibrado del producto final está en el cuidado al ensamblar ingredientes que sólo se consiguen en suelo poblano. Por ello, el costo de estos platos suele duplicar los de otras opciones del menú. Mientras que en Arango asciende a 350 pesos (17 dólares), en comedores populares ronda los 150 pesos (siete dólares). En estos últimos, los elementos más costosos y difíciles de conseguir _como las nueces de Castilla o los piñones_ suelen reemplazarse por otros más baratos y accesibles.
Cuatepotzo y Muñoz Zurita coinciden en que los chiles en nogada forman parte de la memoria histórica nacional y por ello hay que evitar sustituir ingredientes para cocinarlos fuera de temporada o someterlos a variaciones exageradas con tal de servirlos hasta en conos de helado.
“Para mí es un plato muy importante, lo hago con mucha fe y ahínco”, dice Muñoz Zurita. En sus restaurantes Azul _donde comerlos es una ceremonia que incluye mantel y vajilla especial_ ofrece cuatro tipos de relleno y cuatro nogadas, como se denomina a la salsa que los cubre. Según explica, confeccionar recetas similares a la que probó Iturbide es viable porque autoridades e investigadores conservan copias de recetarios de la época.
Fuera de los reflectores de la escena gastronómica, pocos conocen estos documentos, pero eso no impide que los chiles en nogada cobren protagonismo en sus cocinas. Desde su hogar en la periferia de la capital de México, Ángeles Ibarra lleva 25 de los 67 años que tiene de vida cocinándolos cada septiembre, y en su familia su sazón se volvió tan añorado que en una misma tanda llegó a cocinar hasta 130. “Son muy laboriosos”, reconoce, pero el proceso es especial para ella, pues lo comparte con su hija y sus nietas.
En una hojita escrita a mano, el chef Cuatepotzo me envía su propia receta: diez kilos de carne, otros tantos de fruta y varias horas con un mandil al cuerpo. Entre los ingredientes es posible reconocer algunos que pueden comprarse en cualquier supermercado _res, cerdo, jitomates, cebollas, higos, canela, tomillo, orégano_ y otros que pocos tendrían en su alacena, como “manzana panochera”, “pera lechera” y “durazno criollo”, que sólo nacen en el municipio poblano de Calpan y él compra a productores locales para mantener con vida a los árboles que llevan más de dos siglos viéndolos crecer.
Cada fruta se pela y se pica una noche antes de arrancar la preparación. La mañana siguiente inicia sazonando la carne con especias y agregándola a una olla con aceite para freír. La fruta se añade según su grado de dureza, vigilándola para que no se bata en un proceso que dura cinco horas. Los últimos en incorporarse son el plátano y el durazno, por su suavidad. Poco antes del segundo proceso de cocción _que dura unos veinte minutos y se le llama “ahumado”, pues cocina con humo_ se agregan más especias y fruta cristalizada. En paralelo se prepara la nogada licuando nuez, queso de vaca y oveja, leche, jerez, azúcar y canela, y se alistan las semillas de granada, que junto con la nogada cubrirán al chile al emplatar y servir a temperatura ambiente.
Cuatepotzo dice que la preparación es lenta porque cada ingrediente exige su tiempo para soltar su sabor.
La espera más larga es para el cuerpo vacío del chile, que para ser rellenado pierde sus semillas y con ello casi todo su picor. La receta emplea chile poblano _el tercero más producido en México después del jalapeño y morrón, según datos oficiales_, y para el chef Muñoz Zurita es “el ingrediente rey de la cocina mexicana”, pues se come en rajas, salsas y como plato principal.
Hay algo que estalla cuando uno muerde el primer trozo y los dientes lo rasgan. Por la boca va y viene lo crujiente y lo cremoso; su dulzor y su sal. El chef Muñoz Zurita dice que el chile en nogada sólo puede llegar hasta nuestros paladares gracias a una coincidencia maravillosa que involucra manos e ingredientes mexicanos en un mismo tiempo y lugar. Todo eso estalla también en la boca al comerlo: esa maravillosa coincidencia entre su origen, su historia y su sabor.
BOGOTÁ (AP) — El penúltimo día de agosto, mientras la prensa del mundo daba seguimiento a la noticia de un posible rearme de la guerrilla más antigua de América Latina y los analistas se preguntaban qué había salido mal tras el acuerdo de paz firmado en 2016 entre el gobierno y la guerrilla de las FARC, la sangre hervía en Colombia.
Aquel no era un viernes cualquiera. Cincuenta y dos años de conflicto armado interno dejaron heridas que aún no cicatrizan en la mente de muchos colombianos –262,000 muertos, 60,000 desaparecidos y millones de desplazados– y, tras una paz que hoy pareciera de cristal, había que hacerse a la idea de que la violencia volvía como una amenaza latente.
“¿Usted es el hijo de Juan Manuel Santos, el delincuente más delincuente de Colombia? ¿El hijo de perra que le entregó el país a la guerrilla?”. Las preguntas de una mujer enfurecida aparecieron en un video publicado en Twitter por Martín Santos, hijo del expresidente que hace tres años firmó la paz con Rodrigo Londoño alias “Timochenko”, entonces jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y actual líder del partido político formado por los rebeldes tras reintegrarse a la vida civil.
La ira y los insultos continúan durante un minuto y medio, tiempo que el hijo del exmandatario usa para ir del silencio incómodo a los comentarios irónicos y la defensa de su padre. El video, aparentemente grabado mientras Santos visitaba un negocio de comida en un centro comercial cuando la mujer lo abordó, ha sido visto por más de dos millones y medio de personas y cuenta con casi 20 mil comentarios que parecieran apoyar y destrozar a ambas partes por igual.
“Tuvo el valor de decir las cosas como son. Nuestro país fue traicionado y aún a si se enojan por que les griten la triste realidad”, escribió un usuario en apoyo a la mujer.
“No la conozco, pero expresó sin tapujos el sentir de la mayoría de lo Colombianos con el falso Nobel y su familia”, añadió otro.
“A palabras necias, oídos sordos!! Muchos seguidores de la derecha no tienen argumentos de altura para debatir y defender a su mesías, aman la guerra porque no la pelean ellos mismos”, respondió una joven en respaldo a Santos.
“La Paz no es un tratado, La Paz es un día a día que todos los colombianos debemos asimilar”, dijo uno más.
La polarización no es nueva, pero se reavivó tras el anuncio de rearme encabezado por el líder rebelde “Iván Márquez”, quien culpó al gobierno de no garantizar sus derechos políticos tras la firma del acuerdo.
En octubre de 2016, cuando la paz trató de afianzarse de manera definitiva, casi 13 millones de colombianos –de más de 34 millones habilitados– salieron a expresar su opinión en un plebiscito. El “no” ganó al “sí” por poco más de 250 mil votos y a pesar de ello se firmó un documento final –ajustado– en noviembre. El mismo mes, el Comité Noruego del Nobel convirtió a Juan Manuel Santos en el máximo laureado por la Paz y hoy está claro que para muchos colombianos el galardón fue inmerecido.
Según analistas, la paz de 2016 pudo influir en las elecciones que le dieron el poder a Iván Duque en 2018, pues durante su campaña se mostró cercano al expresidente Álvaro Uribe –férreo crítico del documento– y aseguró que ajustaría algunos puntos de éste.
Hoy no hay datos oficiales que precisen los avances en la implementación del acuerdo, pero varios coinciden en que queda camino por recorrer. El último informe de la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo Final (CSIVI), publicado en 2019, presenta un panorama general sobre los avances en participación política y reincorporación de los guerrilleros, solución al problema de las drogas ilícitas y la creación de un sistema integral de reparación, pero no aclara cifras o porcentajes pendientes.
“El proceso de paz se mantiene. Ha tenido dificultades, que es normal en todos los proceso de paz, pero hay ahora un momento muy fuerte para darle mayor énfasis a la implementación para que sea más integral y asegurar que se logre todas las metas que se trazaron”, dijo a The Associated Press Monseñor Héctor Henao, miembro de la conferencia episcopal y presidente del Comité Nacional de Paz.
Las autoridades han insistido en que el anuncio de Márquez fue sobre todo un golpe mediático porque hay cifras de desmovilización que revelan que la mayoría de los exguerrilleros se han acogido al acuerdo. Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, dijo a la AP que las FARC operaban en 300 municipios del país y hoy sólo hay disidencias en 85. Agregó que de los 13 mil guerrilleros contabilizados hoy quedan menos de dos mil, aunque reconoce que Duque enfrenta un reto: el mandatario ha dicho que “la paz de Santos era una farsa” y si “no controla el tema de seguridad, puede quedar en la historia como el presidente que revivió a las FARC”.
Entre los colombianos el sentir oscila entre la asignación de culpas, la incertidumbre sobre el futuro del acuerdo, el potencial involucramiento de Venezuela en el apoyo a los exguerrilleros –argumento que Duque ha repetido– y el posible aumento de la violencia en el país.
En su video, Márquez reclamó el asesinato de líderes sociales y este miércoles la Organización de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Colombia lamentó las muertes recientes de cinco candidatos de cara a las próximas elecciones regionales. Paralelamente, el defensor del pueblo, Carlos Negret, dijo que se afrontan amenazas extremas en 78 municipios debido a la operación de grupos criminales.
Jaime Cifuentes, contratista de 48 años, dijo a la AP que el anuncio del rearme es desesperanzador. “Otra vez va a haber guerra, no como anteriormente ya que obviamente ellos no están tan fortalecidos como antes, pero sí va a volver la violencia”.
“Otra vez volver atrás, perder la confianza en los inversionistas, estancarse el país nuevamente… Sin ninguna duda vamos a volver a la violencia, ataques a la policía, al ejército y a toda la infraestructura económica”, convino Maritza Agudelo, asesora de bienes raíces de 43 años.
A una semana del anuncio de rearme, en Colombia vuelve a escucharse un enfático “no”, pero esta vez tiene que ver con un rechazo a volver a las armas. Una docena de entrevistados por AP –oficialistas de derecha, analistas, personas involucradas en la implementación del acuerdo y gente del común– coincide en el repudio al video de los disidentes de las FARC y –hayan apoyado o no la firma de la paz hace tres años– lamentan la polarización actual.
“Lo preocupante es que los colombianos están ahora muy divididos”, aseguró John Castaño, mensajero de 52 años.
“Es muy triste; los colombianos estamos divididos porque cada uno pensamos diferente… sólo pensamos en uno mismo y no pensamos como país. Ojala no vuelva la guerra interna a Colombia”, afirmó Aidé Ramos, ejecutiva de ventas de 45 años.
En la calle y el gobierno, la voz que más se escucha es colectiva. Eso incluye al mismo Duque, quien ha dicho que continuarán los esfuerzos por alcanzar la paz –una paz “legal”– y pide que el acuerdo a medio implementar continúe y se respete.
“El gobierno tiene que hacer seguir con el proceso con los que decidieron seguir y con los que se fueron en armas irse en armas con ellos y combatirlos. Esto no estanca el proceso. Los que se metieron ya se metieron y los que se fueron de nuevo armas es otra cosa”, dijo Iván Contreras, un arquitecto de 43 años.
Como un hilo invisible que recorre una ópera de principio a fin, el trabajo de un director de escena se teje en el canto de sus intérpretes, en el movimiento de cada pieza de utilería y en las notas que emiten los instrumentos de sus músicos hasta alcanzar las palmas del público cuando estallan en aplausos. Para Francisco Negrín, su trabajo está hecho cuando logra conducir a todos –integrantes de la producción y público– hacia una misma dirección. Sea que esté a cargo de una ópera de Verdi o de la inauguración de un evento deportivo que será transmitido en directo a miles de personas de distintas nacionalidades y de manera simultánea, se concentra en analizar la belleza y la estética propia de cada proyecto para que viaje sin contratiempos hasta su receptor final.
Aunque nació en la Ciudad de México en 1963 y desde niño sintió afinidad por la música, dejó el país cuando cumplió nueve años y desde entonces ha transitado por diversos territorios geográficos y artísticos. Mientras que su paso por el sur de Francia le dejó un ligero acento al hablar, su coqueteo con el cine y otras disciplinas audiovisuales se han vuelto clave en su carrera tanto para el montaje de óperas como para producir espectáculos de música contemporánea. Prestando su voz a otros para dar un matiz nuevo a sus discursos, ha pasado por los países y los continentes más diversos y sus producciones se han montado en escenarios de España, Australia, Turkmenistán y, próximamente, Perú, entre muchos otros. ¿Existe algo –entonces– que unifique su trabajo y que trascienda algo que parecería tan distante como un tema de Pharrell Williams o una pieza de Händel, sea en una casa de ópera o en un estadio de futbol?
Desde Barcelona, donde vive actualmente, Pro Ópera conversó con Negrín sobre las posibilidades de la dirección de escena, las ventajas de abarcar áreas tan diversas y del trabajo que prepara tanto en ópera como en la ceremonia de inauguración de los Juegos Panamericanos, que iniciarán a fines de julio en Lima.
¿Qué es lo que define el buen trabajo de un director de escena?
Creo que como en todo: cuando te das cuenta de que algo ha sido realmente pensado desde el principio hasta el final, que todas las ramificaciones han sido planeadas, que todo lo que ves ha sido puesto ahí con una intención precisa que quizá tú como espectador no entiendas cuál es, pero sabes hay una intención. Todo está ahí por una razón, todo lo que ves habla entre sí, todo se conecta. Creo que cuando sientes eso, sin analizarlo, cuando sientes o percibes que algo está bien hecho en ese sentido, es muy satisfactorio. Como director, cuando realmente siento que he hecho bien mi trabajo es porque he estudiado todo lo que tenía que estudiar para entender la estética propia de una ópera. Ya sabes, cada una tiene su propia belleza, que no sigue necesariamente los mismos criterios si es una ópera del siglo XVIII que si es una ópera contemporánea, ni es igual la filosofía de tal o cual compositor. Eso lo descubres estudiando qué es lo que realmente hace que esa ópera sea bella o indispensable y única, y tienes que pensar qué herramientas vas a utilizar, con quién lo vas a hacer, porque no todos los cantantes son iguales, ni los teatros, ni los escenógrafos. Entonces ¿con qué herramientas vas a trabajar y qué es lo que vas a contar? ¿Qué vas a añadir tú para aportarle algo a esa ópera? En resumen, es que has pensado en todo lo que debes pensar y hayas intentado ser íntegro con todas tus decisiones y que todo –de ahí la definición de director– vaya en una misma dirección.
¿Cómo guardas un equilibrio entre tu aportación como director de escena y el respeto que se debe tener a la esencia de una ópera?
Yo siempre intento ser respetuoso de la belleza propia de una obra, lo cual no necesariamente quiere decir que hay que ser completamente fiel a cada indicación escrita por el libretista o el compositor. Finalmente, los compositores muertos o de otras épocas estaban trabajando con tecnología teatral y hábitos teatrales muy distintos de los nuestros, entonces para ser fiel a lo que ellos intentaban comunicar tienes que ser aparentemente un poquito infiel para que en nuestro tiempo, en nuestro entorno, ese mensaje pueda pasar, lo cual no quiere decir que debas modernizar la obra. De hecho, yo nunca lo hago. Sin embargo, eso podría traducirse en que algo tenga que ser mucho más violento de lo que hubiese sido en su momento para que la gente lo entienda o debe tener una belleza estética un poco distinta. Hay un montón de ejemplos que podría dar. Una cosa que hago a menudo es tener a un personaje presente en una escena en la cual no estaba escrito pero su presencia provoca que el público entienda esa escena mejor. Lo que sucede es que antes se tocaban temas que todo el mundo conocía y una referencia era suficiente para que todo el mundo supiera de qué se hablaba, pero nosotros no tenemos por qué tener esa referencia y entonces tienes que ser más didáctico con el público. Cosas así.Sigue leyendo →
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Parece inverosímil. ¿Sentirse amenazado por un osito panda? El cuerpo de peluche, los ojos bien abiertos, el curioso andar de sus rueditas mientras te sigue a todas partes como la más leal de las mascotas. Sería el muñeco perfecto de no ser porque no es un muñeco, sino un “kentuki”: un robot de moda con cámara y micrófono para que un desconocido espíe tu vida de manera remota desde que decidas abrirle la puerta.
En “Kentukis”, su segunda novela, la escritora argentina Samanta Schweblin desarrolla situaciones perversas en las que algo cercano y familiar se vuelve tan amenazante como para dejar a sus lectores con las rodillas tambaleantes.
La autora dice que para su literatura elige lo que despierta su atención en lo cotidiano. Lo siniestro, explica en entrevista con AP, le atrae “por su ruido, por la arbitrariedad con la que, como sociedad, construimos los límites entre lo que es real y lo que no lo es, lo que es normal y lo que no lo es, lo que es aceptable y lo que no lo es”.
Cada kentuki cuesta 279 dólares y se vende en tiendas de autoservicio como cualquier producto electrónico codiciado. Además de pandas, hay topos, conejos, cuervos y dragones. Su funcionamiento depende de dos individuos: el que lo compra y lo lleva a casa como un animal de compañía y el que elige “ser” kentuki, es decir, una persona que compra una tarjeta de la misma marca para conectarse remotamente a la cámara tras los ojos de la criatura y operarla para observar la vida privada de alguien más. El coctel de abuso y voyeurismo que se desencadena nutre la narrativa y mantiene la lectura entre el desconcierto y el horror.
Schweblin ha dicho que la idea de “Kentukis” surgió mientras le daba vueltas al funcionamiento de los drones, a su modo de revelar una intimidad oculta desde otras perspectivas. El nombre de sus creaciones se le ocurrió casi por azar, mientras pensaba en algo que remitiera a sus lectores a un producto popular, estrafalario, y a una marca simple pero conocida.
Con poco más de doscientas páginas y una decena de protagonistas, “Kentukis” es un libro coral. Robin es una adolescente chantajeada por un oso que le exige dinero a cambio de no publicar imágenes de ella con los pechos al aire. Alina es la pareja de un escritor y desquita sus frustraciones con un cuervo en México. Emilia, desde Perú, es una mujer sola que se encariña con la dueña del conejo que le presta sus ojos en Alemania sin imaginar los riesgos de vulnerarse así.
Por su estructura, un sutil coqueteo entre el cuento y la novela, Schweblin deja algunas historias inconclusas. Sin embargo, sus vacíos no defraudan la lectura sino que crean puntos de tensión que hacen de cada relato algo inquietante y difícil de olvidar. Dice que no podría explicar cómo se logra “esa tensión entre las palabras del que escribe y todo lo que el lector nombra en silencio, para sí mismo”, pero tiene claro que el vínculo entre su pluma y quien da vuelta a la página es lo que mantiene sus textos en movimiento: al escribir ella abre una puerta que se cierra en la cabeza de cada lector.
De inicio podría pensarse que la novela se enfoca en los riesgos de la globalización y la tecnología, pero en una capa más profunda “Kentukis” explora lo humano. En la trama no hay oso que se vuelva invasivo, violento o chantajista por sí mismo, sino por la carne y hueso que hay detrás de cada peluche mirón. Entonces, podría pensarse, no es la tecnología en sí misma, sino el modo de utilizarla y relacionarse con ella lo que la vuelve peligrosa.
Si bien esta es la primera vez que la escritora nacida en Buenos Aires en 1978 explora el terreno de la ciencia ficción, no es la primera vez que presenta una prosa que cimbra con desasosiego. En su antología “Pájaros en la boca” (2009), uno de sus cuentos más memorables se centra en el conflicto de un padre que no acepta la idea de que su hija se alimenta de aves vivas. En “Distancia de rescate” (2014), esa primera novela que la llevó a ser finalista del Premio Man Booker International, la protagonista es una mujer que agoniza en el hospital y a través de una conversación que por instantes parece alucinatoria, la voz de un niño misterioso sirve para recontar su pasado.
Contrario a lo que podría asumirse, lo que Samanta Schweblin aborda en sus libros no la inquieta durante el proceso de escritura, sino que le sirve para confrontar lo que se topa en lo cotidiano.
“Cuando algo me angustia, o me preocupa, o no termino de entenderlo, entonces necesito la ficción para desarmarlo… para probarme a mí misma frente a eso que me inmoviliza o me domina”, dice desde Berlín, donde reside.
Mientras teje sus tramas le abruman otras cosas, como trabajar con ciudades y culturas que no conoce a fondo y dar verosimilitud a sus relatos.
Es casi paradójico que perfeccionar esa credibilidad, esa posibilidad tan viva y tan latente de que este mundo conciba a un panda robótico que pueda chantajearnos con revelar nuestros secretos más ocultos sea lo que logre sosegar sus angustias mientras sus lectores deben hallar algún modo de huir de esas zonas oscuras que los lleva a recorrer.