El nuevo Mark Wahlberg

TRANSFORMERS: AGE OF EXTINCTION

Publicado en la revista Esquire no. 69 (PDF aquí)

Es uno de los actores y productores más exitosos de Hollywood, pero llegar a la cima le costó (y mucho). hablamos con él sobre ese camino cuesta arriba, su papel en Transformers: Age of Extinction y el giro que la paternidad le ha dado a su vida. 

            Una noche de 2011, Mark Wahlberg se deshizo del último de sus vicios. Horas antes, su esposa y su hija paseaban por Thousand Oaks —una ciudad de California— cuando la pequeña preguntó: “Mami, ¿a qué huele?”. Rhea Durham, el ángel de Victoria’s Secret con quien Wahlberg se casó en 2009, respondió que a mariguana. La niña agregó: “Ah, es que papá huele a eso todo el tiempo”. Cuando su mujer le platicó la anécdota, el actor no lo pensó dos veces: fue hasta el inodoro del baño de su casa y mandó toda su reserva de droga por el caño.

            El protagonista de Transformers: Age of Extinction acaba de cumplir 43 años. Tiene cuatro hijos —dos niñas y dos niños— y le cuesta recuperarse de una desvelada. Es la una de la tarde en Beverly Hills y Mark Wahlberg está desparramado en su silla. Se le cierran los ojos porque 24 horas antes estuvo en Las Vegas promocionando la cuarta película del director Michael Bay inspirada en los juguetes de Hasbro. Wahlberg interpreta a Cade Yeager, un padre soltero que vive en Texas con su hija adolescente (Nicola Peltz) y encuentra un viejo tráiler que resulta ser el robot Optimus Prime.

—En tu nuevo filme hay una escena donde le dices al personaje de Nicola que sus shorts son tan cortos que parecen encogerse cada minuto. En la vida real, ¿serás muy estricto con tus hijas cuando crezcan?

—Sí, mucho. Por desgracia hay un doble estándar y los chicos salen ganando más que las chicas. Lo sé porque soy hombre y fui un imbécil durante mucho tiempo. Sin embargo, tengo una hija que me enseñó a respetar a las mujeres como se debe. Ayer estuve en Las Vegas y la llevé conmigo. Como ella acababa de participar en una obra de teatro, me pareció que viajar juntos sería una buena manera de recompensarla, pero luego pensé: “Carajo, acabo de llevar a mi hija a Las Vegas”. Fue la primera vez que estuvo ahí y espero que sea la última.

—¿Sólo cambiaste por tu hija?

—También fue a consecuencia de que empecé a envejecer y a madurar, pero sí, el inicio de todo fue el nacimiento de mi hija. Tampoco fui un imbécil porque sí, sino porque alguien me lastimó cuando era joven. Después de eso decidí no volver a confiar en nadie y, por ende, nadie podía confiar en mí. Pero sí, ser padre te transforma en un hombre mejor. Si eso no pasa es porque algo anda muy mal contigo.

            Antes de convertirse en hombre de familia, Wahlberg no sólo fumaba mariguana y era un imbécil con las mujeres: también fue cantante de rap, le dedicó su autobiografía a su pene y pasó 45 días en la cárcel.

       El que ahora es un padre celoso tuvo una infancia complicada. Creció en Dorchester —un peligroso barrio de Boston— y las finanzas de su familia no eran buenas. Su padre conducía un tráiler y su madre era enfermera. Fue el más chico de nueve hermanos y dormía con cinco de ellos en una habitación. Cuando cumplió 11 años sus padres se divorciaron. Cuando cumplió 13 empezó a robar coches y a inhalar cocaína. Cuando cumplió 16 dejó la escuela y acabó en la cárcel por sacarle un ojo a un vietnamita en un pleito callejero. Wahlberg la pasó tan mal durante aquella etapa de su vida que en múltiples ocasiones ha dicho que lo cambió para siempre. Hace tres años, el periodista Anderson Cooper le preguntó a la madre de Mark qué tan difícil había sido criar a sus hijos. Alma Elaine respondió que en ese entonces no sabía lo que hacía y se soltó a llorar.

UN TRANSFORMER REAL

            Mark Wahlberg ha dedicado casi la mitad de su vida a transformarse en un hombre de respeto. Hoy pareciera que lo peor que podría pasarle es que la gente lo confunda con Matt Damon —o viceversa— y que sus hijas estén enamoradas de un integrante del grupo One Direction. Sin embargo, cuando comenzó su carrera, sus preocupaciones eran otras.

            El chico de Massachusetts incursionó en el espectáculo a través del canto. Se integró a New Kids on the Block, una famosísima boy band encabezada por su hermano Donnie, pero al poco tiempo desertó porque la música no le parecía lo suficientemente ruda. De su inconformidad nació una nueva banda: Marky Mark and the Funky Bunch, con la que Wahlberg fracasó en el canto pero triunfó en el striptease. Su primer disco —Music for the People (1991)— vendió un millón de copias, pero su abdomen de lavadero le valió un contrato con Calvin Klein. Y así —en calzones, con cara de “¿Qué me ves?” y con la cabeza recargada en el pecho desnudo de Kate Moss— el nuevo modelo tocó el cielo por primera vez. Obviamente, dejó la música.

            Wahlberg saltó de los anuncios espectaculares a las pantallas de cine sin alterar su imagen de tipo duro. En The Basketball Diaries (1995) formó parte de una pandilla de adolescentes adictos a la heroína. En Fear (1996) hizo de psicópata y golpeador de mujeres. En Boogie Nights (1997) interpretó a una estrella porno de los años setenta.

         El actor se hizo de aquella máscara de hombre implacable durante su adolescencia porque sentía que proyectar esa actitud le ayudaría a encajar en la sociedad. Incluso ha dicho que inhalar cocaína fue un modo de sanar su autoestima: él era el más joven y pequeño de su barrio y drogarse, robar coches y cometer crímenes era un modo de probar que no le tenía miedo a nada. Fue su manera de impresionar a quienes eran mayores que él.

            Wahlberg lo logró. Tenía veintitantos y nadie dudaba de su pinta de bastardo. Su nuevo reto fue probar que también era buen actor, que fruncir el ceño y quitarse la camisa no era lo único que sabía hacer. En Hollywood los grandes intérpretes no se miden con base en su estatura o complexión física, sino de acuerdo a su capacidad para camuflarse. Fue hasta el inicio de este milenio que Mark comprendió que quienes debían tomarlo en serio no eran los chicos de su barrio, sino el público y los directores de cine.

            Tim Burton fue el primer cineasta que apostó todo al potencial de transformación de Mark Wahlberg. En el año 2000 lanzó un remake de Planet of the Apes y le pagó diez millones de dólares por el protagónico. Burton dijo que le ofreció el papel porque vio en él una cualidad masculina que le remitía a otra época. Wahlberg tuvo que enfrentar un reto complicado: llenar los zapatos de Charlton Heston, quien en 1961 protagonizó la versión original del filme de ciencia ficción.

            Su segundo desafío llegó en 2002, cuando tuvo que interpretar el papel de uno de los actores más encantadores y cotizados del Hollywod de los años cincuenta. The Truth About Charlie fue un remake de Charade (1963), y Mark obtuvo el rol de Cary Grant, el galán que estelarizó la comedia con Audrey Hepburn. La cinta entró y salió de las salas de cine sin pena ni gloria, pero Wahlberg consiguió lo que quería: mostrar que había cambiado, que ya era un actor —un hombre— maduro, y que estaba listo para codearse con los grandes de la industria.

MR. WAHLBERG

            Mark Wahlberg tenía 17 años al salir de la cárcel. Dice que cuando volvió a ser libre, pensó: “Si pudiera tronar los dedos y tener 50 años, lo haría”. En ese momento le costaba creer que lograría envejecer. Un amigo suyo acababa de morir al estrellarse contra un árbol tras haber robado una patrulla. Otro acababa de apuñalar a su hermano mayor. Los más afortunados gozaban de libertad condicional.

            Wahlberg no ha llegado a los 50, pero está a siete años de conseguirlo y a la fecha puede presumir que ha sido productor de Entourage (2004) y Boardwalk Empire (2010) —dos de las series más exitosas de HBO—, nominado al Óscar como Mejor Actor de Reparto por su interpretación en The Departed —de Martin Scorsese, en 2006— y que cobró casi 20 millones de dólares por su protagónico en la nueva entrega de Transformers.

—Has luchado mucho para transformar tu vida personal. ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar para lograrlo como actor?

—Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa que un papel requiera. Me gusta enfocarme en algo y convertirme en alguien más, aunque también disfruto llegar al final del rodaje y tener mi vida de vuelta. Pero sí hay que transformarse. Mi pérdida de peso más drástica, por ejemplo, fue para una película que acabo de hacer: The Gambler [se estrenará en 2015]. Para ese papel tuve que llegar a los 62 kilos. Creo que no pesaba eso desde que estaba en la secundaria. Eso implicó levantarme todos los días a la 1:15 de la mañana, hacer dos horas de ejercicio y una dieta líquida durante 30 días. El director de Transformers, Michael Bay, se preocupó cuando me vio: quería hacer videos promocionales y yo lucía fatal, así que empecé a comer y a entrenar. Ya recuperé 15 kilos.

—Cuando Bay te pidió involucrarte en la nueva película de Transformers era claro que la historia daría un giro total.

—No sabía lo que Michael tenía en mente. Hicimos una película en Miami y cuando regresamos a Los Ángeles me llamó para enseñarme la versión final. Fuimos a Paramount y cuando caminábamos hacia el estacionamiento me preguntó: “¿Quieres hacer otra película conmigo?”. Le dije que sí y me preguntó: “¿Quieres hacer Transformers?”. Y le dije: “Sí, si quieres”. Empezó a decirme de qué trataría la historia y comprendí que debía interpretar a un hombre maduro: al padre de una chica que en The Wolf of Wall Street [cinta en la que Leonardo DiCaprio es un mujeriego que sale con veinteañeras] hubiera sido mi novia.

            Mark Wahlberg dice todo esto con la seriedad de un cura en misa, pero quienes estamos a su alrededor soltamos una carcajada. Lleva veinte minutos hablando de su vida, y rara vez gesticula. Tras haber trabajado a su lado en Planet of the Apes, Tim Burton dijo que posee una simplicidad fascinante: puede decir poco, pero expresar mucho. Burton tiene razón. El actor sigue recostado en la silla como un muñeco de trapo. No parece el protagonista de una película de acción, sino un papá cansado. Responde a todas las preguntas con amabilidad, pero es fácil adivinar lo que está pensando: quiere que las entrevistas del día terminen para poder ir a casa con su familia.

PEQUEÑAS COSAS

            En 2009 Wahlberg protagonizó The Lovely Bones, de Peter Jackson, donde interpretó a un padre que debe lidiar con el asesinato de su hija de 14 años. Cuando concluyó el rodaje, Jackson aseguró que Mark era inteligente, ágil y que jamás sentía miedo ante un reto. Que tendría una carrera muy larga.

—Desde que empezaste a trabajar te hemos visto como modelo, actor y productor. ¿Qué has disfrutado más?

—Aprecio lo que tengo y las oportunidades que se me han dado. Protejo todo eso con mucho cariño, porque he trabajado muy duro para mantener mis negocios y crecer como actor, pero mientras continúe haciendo lo correcto con mi religión y trabajo diario para ser una mejor persona, creo que todo lo demás se acomodará. Y si las cosas no funcionan, también está bien. Espero envejecer un poco más y pasar tiempo con mis hijos para verlos hacer pequeñas cosas, como jugar basketball.

—Has lidiado con muchos obstáculos en tu vida. ¿Hoy qué consideras un reto?

—Tengo un reto todos los días: trato de hacer que mis hijos sigan en el buen camino y ser un ejemplo para ellos. Me aseguro de criarlos bien. Quiero ser exitoso como esposo y padre.

            Del rapero de Marky Mark and the Funky Bunch ya no queda nada. Si acaso, los bíceps bajo la t-shirt negra y el encanto que sigue atrayendo a las mujeres. Hace tiempo el director David O. Russell, con quien Wahlberg trabajó en The Fighter (2010), contó que hubo una noche en que ambos salieron a un bar acompañados de Spike Jonze, el genio detrás de Her (2013). Mark vestía un traje Armani —recordaba Russell— y cada vez que se levantaba por un trago, mujeres guapísimas intentaban tocarlo. Pero Mark ya había dejado de ser un imbécil con las mujeres, así que nada de eso le importaba. Para entonces ya se había casado con Rhea Durham y se había convertido en el tipo de esposo que todos los jueves le propone dejar a los niños en casa para invitarla a cenar.

            Hoy pareciera que Mark Wahlberg lo tiene todo, pero quien conozca su historia sabe que ha sufrido para conseguirlo. Hace un par de años decidió que era momento de deshacerse de sus tatuajes. El tratamiento duró más de tres años, y tuvo que someterse a una técnica que —según dijo— era como sentir tocino hirviendo sobre brazos, pecho, espalda y pies. Wahlberg aspiró el olor de su propia piel quemada durante más de 30 sesiones de tortura, y en algunas de éstas le pidió a sus hijos que lo acompañaran. Y así, como su reserva de mariguana, sus tatuajes se fueron por el caño.

            Mark Wahlberg no ha dejado de ser un tipo rudo. Sólo decidió pelear por cosas distintas.

Foto: cortesía Paramount Pictures

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2 comentarios en “El nuevo Mark Wahlberg

  1. Hola María, me presento soy Mariana Tames productora y realizadora del programa radiofónico Surtido 909 que se transmite en vivo por Ibero 90.9 FM. Leí tu artículo «los cerebros del Big Bang Theory» me fascino, tanto a mi como a la locutora. Quería proponerte una invitación al programa ¿tienes algún contacto para que pueda comunicar contigo de forma más directa? para comentarte con más detalle de que se trata la invitación.

    Gracias y que tengas un buen domingo.

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