Si una mujer gana la presidencia de México, ¿qué implicaría para el aborto y los derechos LGBTQ?

Originalmente publicado en The Associated Press, abril de 2024 (link aquí)

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CIUDAD DE MÉXICO (AP) – Si una mujer gana la presidencia de México, ¿habría un gobierno con perspectiva de género?

La pregunta ha acompañado las campañas electorales a pocos meses de unos comicios que casi con certeza arrojarán a una presidenta para el periodo 2024-2030.

De los tres candidatos la puntera es Claudia Sheinbaum, que ha prometido continuar el proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador. Le sigue Xóchitl Gálvez, representante de varios partidos opositores, uno de ellos conservador.

El triunfo de una u otra, sin embargo, no garantizaría un avance en políticas de género. En este país mayoritariamente católico ninguna de las dos candidatas ha compartido propuestas concretas sobre aborto, aunque sí han planteado medidas de protección a la mujer en un país que anualmente registra decenas de feminicidios.

¿Cuáles son algunos de los desafíos que el siguiente gobierno enfrentará con respecto a la agenda feminista y los derechos de la comunidad LGBTQ?

¿CUÁL ES PANORAMA ACTUAL DEL ABORTO?

México es una república federal, lo que implica que cada estado tiene sus propios códigos penales para regular sus delitos.

El aborto se ha despenalizado en 11 de 32 estados: Ciudad de México, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz, Baja California, Colima, Sinaloa, Guerrero, Baja California Sur, Quintana Roo y Aguascalientes. Además, un fallo de la Suprema Corte prohíbe que se criminalice a quienes aborten en Coahuila y, tras el reciente fallo de otro tribunal, a esta lista pronto se sumará Jalisco. 

Otros estados contemplan algunas causales y se permite en todo el territorio si el embarazo es producto de una violación.

Una resolución de la Corte allanó el camino a la despenalización a nivel federal en 2023, pero ordenar que se deroguen las normas que criminalizan el aborto en el Código Penal Federal no modifica las legislaciones estatales ni elimina el estigma social.

En estados donde ya es legal hay activistas que denuncian falta de insumos y capacitación en clínicas, así como hostigamiento a las solicitantes.

Para encarar esa problemática y facilitar el acceso donde aún no se permite, una red de voluntarias llamadas “acompañantes” acercan información, medicamentos o contactos a quien desee interrumpir su embarazo.

¿EL ABORTO EN MÉXICO PODRÍA RETROCEDER COMO EN ESTADOS UNIDOS?

Gane quien gane, el Ejecutivo no afectaría directamente su avance o retroceso porque cada estado tiene autonomía sobre su código penal.

Sin embargo, dice Ninde Molina, abogada en Abortistas MX, organización especializada en estrategias de litigio sobre aborto, quien llegue al poder sí podría incidir como una suerte de autoridad moral.

“El peso del presidente es que es el representante del pueblo mexicano y se esperaría que se manifieste expresamente a favor de los derechos humanos”, dice. “En el contexto en el que estamos es muy peligroso que haya propuestas tan tibias porque el mensaje que manda es que entonces estos no son derechos fundamentales”.

Y si bien de momento no preocupa pensar en un retroceso, el escenario cambiaría si López Obrador o Sheinbaum lograran alterar la composición del Poder Judicial. 

Tras varias tensiones entre jueces, magistrados y el presidente, éste envió al Congreso una reforma para reemplazar a los actuales integrantes de la judicatura federal por otros elegidos por el voto popular, lo que preocupa a varios analistas, entre ellos, Molina.

“La Corte también está en peligro”, dice. “A la gente le podrá parecer atractivo, pero no se dan cuenta de lo que implica”.

“Por ejemplo, podría llegar un caso de aborto y que lo que está ya escrito se vaya para atrás”.

¿QUÉ PIENSA EL SECTOR CONSERVADOR?

Isaac Alonso, del Movimiento Viva México, que respaldó las aspiraciones presidenciales de Eduardo Verástegui, piensa que ninguna de las candidatas representa la visión o intereses conservadores. 

Desde sus filas también se percibe falta de contundencia sobre el tema y Alonso explica que para los conservadores la consigna no ha cambiado: aunque dicen no estar a favor de que se criminalice a las mujeres, el aborto es injustificable, por lo que esperarían políticas gubernamentales que alienten los nacimientos, por ejemplo, a través de mejoras en el sistema de adopciones.

“Creemos en impulsar políticas públicas con perspectiva de familia y que exista un ecosistema para que un bebé pueda vivir en condiciones de seguridad favorables”.

Rodrigo Iván Cortés, presidente del Frente Nacional por la Familia, tampoco ve un panorama alentador. “Antes de 2018 sólo se había aprobado el aborto en Ciudad de México”, recuerda.

“Es muy relevante decir cómo la Suprema Corte, en la presidencia de Arturo Saldívar, tuvo un sesgo ideológico”, dice sobre el juez que ahora forma parte del equipo cercano a Sheinbaum y también mantiene rencillas con la judicatura actual. 

Según Cortés, los conservadores no ven en el gobierno un aliado para proteger la vida, también entendida desde la falta de combate a la violencia y, llegue quien llegue al gobierno, continuarán pidiendo acercamientos “para cuidar el primero y fundamental de los derechos”.

¿UNA PRESIDENTA CON PERSPECTIVA FEMINISTA?

“Que gane una mujer no garantiza para nada la perspectiva de género”, dice Pauline Capdevielle, Investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “De hecho, lo que estamos viendo cada vez más son estrategias de los sectores conservadores para que haya una fachada de feminismo que se opone a la tradición feminista”.

Un cambio verdadero, indica, arrancaría integrando verdaderas feministas al gobierno. “No es meter mujeres donde no había, sino politizar estos temas y realmente impulsar una transformación”.

Algunas feministas han mostrado su respaldo a Sheinbaum, pero tanto ella como López Obrador han recibido críticas por su falta de empatía ante las manifestantes que protestan contra la violencia de género. Aunado a esto, organizaciones como Amnistía Internacional han denunciado uso excesivo de la fuerza contra mujeres en las marchas del 8 de marzo y consideran que su derecho a protestar se estigmatiza.

Para Capdevielle, entre los temas que falta afianzar en la agenda de género de México destacan la participación de las mujeres en los procesos políticos y la justicia reproductiva.

“Consolidar el derecho al aborto, que está lejos de ser una realidad para todas las mujeres” y garantizar educación sexual integral, acceso a anticonceptivos, el derecho a la identidad autopercibida y los derechos de las personas LGBTQ.

¿CUÁL ES EL PANORAMA PARA LA COMUNIDAD LGBTQ?

“No es probable que las necesidades de esta población figuren prominentemente en las elecciones presidenciales”, dice Cristian González Cabrera, investigador senior de Human Rights Watch.

“Esta desconsideración ignora la realidad de muchas personas LGBT en México, que siguen viviendo en contextos de violencia y discriminación”.

En México la comunidad LGBTQ ha sido blanco de violencia desde hace tiempo. La organización civil Letra S documentó más de 500 homicidios en los últimos seis años, 58 de ellos en 2023, y 2024 arrancó con el asesinato de tres miembros de la comunidad trans, grupo que, junto con los migrantes, son particularmente vulnerables, considera González Cabrera.

“Los migrantes LGBT siguen sufriendo abusos de parte de grupos delictivos y funcionarios mexicanos debido a su doble vulnerabilidad”, explica. “Con demasiada frecuencia, estas violaciones de los derechos humanos no se investigan de forma efectiva ni se castigan”.

Sheinbaum defendió en 2023 que como alcaldesa capitalina creó una Unidad de Salud Integral para las Personas Trans y dijo que su sueño sería seguir luchando en favor de las personas de la diversidad sexual, pero no precisó más.

Por su parte, Gálvez escribió que en su gobierno las mujeres de la diversidad sexual vivirían con respeto a su orientación e identidad, mas tampoco ahondó en propuestas concretas, lo que sigue despertando suspicacia entre miembros de la comunidad LGBTQ conscientes de que uno de los partidos que la respalda es históricamente conservador.

González Cabrera destaca que desde 2022 todos los estados reconocen el matrimonio igualitario, pero hay derechos que aún no se garantizan en algunas entidades. “Por ejemplo, hay 11 estados en donde el reconocimiento legal de la identidad de género para personas trans no es posible por vía administrativa, a pesar de sentencias de la Suprema Corte reconociendo este derecho”.

Para que haya una agenda a favor de la población LGBTQ, añade, un gobierno debería consultar a sus representantes sobre sus necesidades, destinar recursos para abordar la violencia basada en la orientación sexual y la identidad de género, apoyar a migrantes LGBTQ y animar a los gobiernos estatales a armonizar su legislación con las sentencias de la Corte a favor de sus derechos.

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AP Foto: Rebecca Blackwell

La cobertura de noticias religiosas de The Associated Press recibe apoyo a través de una colaboración con The Conversation US, con fondos del Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de todo el contenido.

México podría tener su primera presidenta de ascendencia judía. ¿Eso importa en este país católico?

Originalmente publicado en The Associated Press, abril de 2024 (link aquí)

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Si el viento electoral sigue soplando a su favor, Claudia Sheinbaum podría convertirse en la primera presidenta de ascendencia judía en la historia de México.

¿Qué implica eso en un país mayoritariamente católico? Aquí un vistazo al contexto religioso mexicano en medio de un proceso electoral que arrojará al sucesor del presidente Andrés Manuel López Obrador en los comicios del próximo 2 de junio. 

¿SHEINBAUM SE IDENTIFICA COMO JUDÍA?

Cuando se le pregunta, Sheinbaum cuida su respuesta: su origen es judío, mas no su religión.

Sus cuatro abuelos fueron judíos que migraron de Lituania y Bulgaria, pero ella nació en Ciudad de México y no fue criada bajo ninguna religión. Su equipo de campaña dice que se considera una mujer de fe pero no es religiosa.

La precisión que hace Sheinbaum con respecto a su identidad no es inusual. La pregunta de qué es un judío se discute periódicamente entre los mismos judíos y la respuesta varía, explica Tessy Schlosser, directora del Centro de Documentación e Investigación Judío de México.

El judaísmo puede existir como identidad, sí, pero no necesariamente religiosa. Pueblo, territorio, idioma y religión estuvieron alineados en algún punto de la historia, pero a partir de la destrucción del primer templo en el año 586 a.C. hubo un quiebre, así que reducir el judaísmo a una religión sería inexacto, dice Schlosser.

El “ser judío”, entonces, es poroso. La identidad judía puede alinearse —de manera simultánea o fragmentada— con lo histórico, lo social, lo espiritual, lo territorial o lo ideológico.

Así como los rasgos físicos y las lenguas de los judíos cambian con la geografía, dentro de una comunidad puede haber posicionamientos antagónicos sobre —por ejemplo— el sionismo, como se conoce al movimiento que defiende el establecimiento de un Estado judío, o la genealogía.

“Para algunos, si naces de madre judía, eres judío”, dice Schlosser. “Para otros, si naces de padre. Para otros, con que tengas un abuelo. Entonces, hasta en términos de linaje o racialización hay muchos debates”.

¿CÓMO SE CONFORMA LA COMUNIDAD JUDÍA DE MÉXICO Y CUÁL ES SU RELACIÓN CON SHEINBAUM?

Los primeros judíos llegaron en 1519 con la colonización española, pero la comunidad actual comenzó a crecer a principios del siglo XX cuando miles de judíos huyeron de la inestabilidad y el antisemitismo en la zona del Imperio Otomano.

A la fecha hay judíos askenazi, de Europa Central y del Este, y judíos sefardí, principalmente de Turquía, Grecia, Italia, España y Siria.

Según Renee Dayan —directora de Tribuna Israelita, que sirve de vinculación al Comité Central de la comunidad judía de México— la población actual es de unos 50.000 judíos. La mayoría se asienta en la capital y la zona metropolitana, con pequeñas comunidades en Monterrey, Guadalajara, Tijuana, Cancún, San Miguel de Allende y Los Cabos.

Dayan explica que la comunidad mantiene relación con cualquier autoridad mexicana y no apoya ni avala a un candidato o partido en particular. Sin embargo, sí abre espacios de acercamiento y en el marco de estas elecciones ha conversado con Sheinbaum y los otros candidatos, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez.

Fuera de esta vinculación, la comunidad no percibe a Sheinbaum como parte de sí porque ella misma ha rechazado cualquier nexo.

“Creo que Claudia activamente ha tratado de decir ‘ésta no soy yo’”, dice Schlosser. “Se debe respetar cuando una persona no quiere ser identificada de tal o cual forma y también creo que el escenario político de México no permite la diversidad identitaria en puestos políticos tan representativos”.

¿LA IDENTIDAD JUDÍA DE SHEINBAUM HA INCIDIDO EN LA CONTIENDA?

A mediados de 2023, el expresidente Vicente Fox escribió en su cuenta de X que Sheinbaum era “judía y extranjera a la vez”.

La descalificación le valió críticas de “antisemita”, “racista” y “xenófobo”, y no fue aislada. Respondía a un reproche que otra usuaria hizo porque Sheinbaum usó un rosario en público y, según ella, eso la volvía “falsa”. En paralelo, el publicista judío Carlos Alazraki dijo que Sheinbaum era una “farsante” por llevar una falda con la imagen de la Virgen de Guadalupe con el único fin de agradar a un electorado católico.

Las recriminaciones se suman a otros cuestionamientos que se han hecho contra Sheinbaum y Gálvez en un país en el que, por los prejuicios machistas, aún se polemiza si una mujer está preparada para gobernar la segunda economía más grande de América Latina.

ENTONCES ¿QUÉ PAPEL JUEGA LA RELIGIÓN EN EL PANORAMA ELECTORAL?

Si bien Sheinbaum ha repetido que no practica ninguna religión, difundió con orgullo un encuentro que mantuvo en febrero con el papa Francisco y efectivamente ha portado símbolos católicos como el rosario y la imagen de la Virgen en sus mítines.

La laicidad en México comenzó a construirse a mediados del siglo XIX y ahora el país cuenta con un robusto marco legal que establece la separación del Estado de la iglesia, pero la presencia católica se desborda de las misas y los templos. 

Según las últimas cifras oficiales (2020), de los más de 126 millones de mexicanos, casi 98 millones son católicos. Le siguen 14 millones de protestantes o cristianos evangélicos y en tercer lugar están los judaicos. Más de 10 millones dicen no tener religión y otros tres millones se identifican como creyentes sin adscripción religiosa.

“Estamos en un momento donde los políticos están buscando cierta validación de las autoridades religiosas”, dice Pauline Capdevielle, académica del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “Esto lo vimos antes del inicio formal de las campañas, cuando las dos candidatas se fueron a presentar ante el papa”.

La relación entre la Iglesia católica y López Obrador se enfrió desde 2022, cuando algunos obispos empezaron a reprochar los alarmantes niveles de violencia. No está claro si la brecha se cerraría con Sheinbaum como presidenta, pero como candidata ha aceptado reunirse con los líderes católicos y, aunque reticente, firmó un compromiso nacional por la paz.

En México el crimen organizado lleva años controlando distintas zonas del país a través de actos violentos y corrupción. Se ha diversificado más allá del tráfico de drogas, extorsionando a empresas para que les paguen por protección. Bajo la política de “abrazos, no balazos” de López Obrador, el gobierno ha evitado confrontarse con los cárteles, lo que esencialmente les ha permitido tomar el control de al menos una docena de ciudades. 

Nadie podría dudar que el cese de la violencia es urgente y necesario, dice Capdevielle. Pero incluso si la Iglesia ha tenido una tradición histórica de actuar como interlocutora para la construcción de paz en América Latina, su posición en tiempos electorales también podría tomarse como una señal de que intenta recuperar parte del terreno que perdió durante el sexenio de López Obrador.

Que los candidatos busquen o no capitalizar la religión para buscar votos es debatible pero los tres se cuidan de no perder sufragios por contrariar al sector conservador de México. Ninguno, por ejemplo, ha compartido propuestas concretas sobre el aborto o derechos de la comunidad LGBTI.

“Están jugando sobre estas ambigüedades”, dice Capdevielle. “Dejan de lado la parte más ideológica y tienen muchísimo cuidado con estos temas porque hemos visto que en México puede tener cierto costo electoral”.

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AP Foto: Marco Ugarte

La cobertura de noticias religiosas de The Associated Press recibe apoyo a través de una colaboración con The Conversation US, con fondos del Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de todo el contenido.

Ante violencia en México, candidatos presidenciales se comprometen por la paz con líderes religiosos

Originalmente publicado en The Associated Press, marzo de 2024 (link aquí)

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CIUDAD DE MÉXICO (AP) – Claro que es indispensable trazar una hoja de ruta común para pacificar a México, dijo el lunes la candidata oficialista Claudia Sheinbaum en una reunión con líderes religiosos del país. Sin embargo, dejó claro que su visión respecto al escenario de violencia difiere de la que expresaron las comunidades de fe.

Sheinbaum, y los opositores Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Maýnez, todos aspirantes a suceder al presidente Andrés Manuel López Obrador en las elecciones del 2 de junio, se reunieron el lunes en Ciudad de México atendiendo a una convocatoria liderada por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) para encaminar al país hacia la paz.

El evento arrancó abordando lo que la Iglesia católica considera una “profunda crisis de violencia y descomposición social” y, posteriormente, cada aspirante dio su punto de vista sobre un listado de propuestas que los religiosos les entregaron. 

El documento compartido con los candidatos —que se titula “Compromiso Nacional por la Paz”— reúne estrategias de política pública enfocadas en la erradicación de la violencia. Las propuestas fueron producto de un diálogo que se llevó a cabo a nivel nacional en los últimos meses entre instituciones religiosas, empresariales y civiles.

Desde el asesinato de dos jesuitas en el norte del país en 2022, la Iglesia católica ha sido enfática en la necesidad de repensar la estrategia de seguridad, lo que le valió una tensa relación con el presidente López Obrador.

En el evento del lunes, Sheinbaum —quien representa la continuidad del proyecto de nación del presidente— se mostró dispuesta a dialogar y firmó el compromiso por la paz, pero tan pronto arrancó su participación enlistó los puntos que no comparte con respecto a las problemáticas de violencia.

Dijo, por ejemplo, que no coincide con la “evaluación pesimista del momento actual” —que establece que el tejido social sufre una degradación acelerada— ni considera que en México prevalezcan el miedo, la impotencia, la desconfianza y la incertidumbre.

Primero defendió la estrategia de seguridad actual citando la reducción en el número de homicidios dolosos y, como suele hacer el presidente López Obrador, Sheinbaum comparó la actual gestión con la del expresidente Felipe Calderón (2006-2012), cuya denominada “guerra contra el narco” fue “desastrosa” para México.

También negó que exista una supuesta militarización del país y, por el contrario, dijo que entre los ejes de seguridad de su gestión seguiría el fortalecimiento de la Guardia Nacional. Añadió que entre sus propuestas hay programas para alejar a la juventud de la delincuencia, el fortalecimiento de la inteligencia e investigación de las policías estatales y una reforma al Poder Judicial.

Previamente, la candidata opositora Xóchitl Gálvez dijo que haría suyas las propuestas de los líderes religiosos y la sociedad civil y se dijo convencida de que las iglesias —particularmente la Católica, a la cual pertenece— juegan un rol crucial en la construcción de paz.

Durante su intervención recordó a los ocho sacerdotes que han sido asesinados en distintos estados del país en lo que va del gobierno actual y describió los crímenes como un “hito” que han marcado a la sociedad. 

“El desafío más grande que tenemos por delante es cómo reconstruir el tejido social”, dijo Gálvez, cuya candidatura aglutina a varios partidos de oposición.

Agregó que, de ganar en los comicios, se reuniría con los mismos líderes religiosos que convocaron al evento el 2 de octubre, un día después de asumir el poder, para tener una primera sesión de trabajo, diálogo y escucha de compromiso por la paz.

“Un problema de esa magnitud necesita de la participación de todos”, dijo Gálvez, quien destacó entre sus propuestas la “desmilitarización de la administración pública” y una mejora en las condiciones de trabajo de policías, ministerios públicos y jueces.

Por su parte, Jorge Álvarez Máynez, candidato por Movimiento Ciudadano, dijo que ante el panorama de violencia actual, “los mexicanos tienen toda la razón para ser pesimistas al respecto”.

“Nos dijeron que no había que preocuparnos porque sólo se iban a matar entre ellos”, dijo Álvarez Máynez en referencia al presidente López Obrador, quien durante su gestión ha recibido críticas por su estrategia de “abrazos, no balazos” para combatir la violencia.

Pero se equivocaron, añadió Álvarez Máynez, porque la violencia y la estrategia de seguridad fallida de los últimos gobiernos han cobrado la vida de mexicanos inocentes.

El candidato añadió que, como eventual gobernante, priorizaría la defensa de los derechos humanos de los migrantes y un nuevo modelo que justicia que, por ejemplo, proveería suficiente personal para atender las denuncias ciudadanas.

También propuso mejorar la formación de policías, revisar el sistema penitenciario y que las víctimas estén en el centro de los procesos de paz para lograr una justicia transicional.

Entre las medidas que las iglesias mexicanas han tomado de cara a la violencia han destacado varias jornadas de oración y un diálogo nacional que convocó a organizaciones de la sociedad civil, académicos, víctimas, empresarios y otras voces que conversaron sobre justicia, seguridad y paz. 

En febrero pasado trascendió que obispos de Guerrero, uno de los estados más violentos de México, negociaron con grupos delictivos en un intento por frenar la ola de violencia que aqueja a la población. 

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AP Foto: Marco Ugarte

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