Originalmente publicado en Esquire no. 73 (PDF aquí)
Ex abogado, guionista y productor de televisión, 53 años, Nueva York
> He matado a tantos personajes en mis series que mi esposa me tiene amenazado. Cuando a Emily [hija de la protagonista de Boardwalk Empire] le dio polio, me golpeó en el brazo. Le dije que no había provocado que se enfermara. Uno siempre tiene un personaje favorito, a quien le gustaría darle un final feliz, pero hay situaciones que son inevitables y no puedo hacerle promesas a nadie.
> Escribir un guión puede ser emocionalmente agotador. Es triste crear una serie acerca de gente dañada y con carencias.
> No soporto que una serie esté llena de paja o —peor aún— que me haga pensar: “Dios, ¿todavía está al aire?”. Por eso no me gustaría escribir un guión que provocara esa reacción.
> Mi trabajo es entretener a la audiencia. Puedes contar la historia más sofisticada del mundo y aburrir a la gente con ella. Si lo único que haces es meter diálogos e información en un guión, estás haciendo lo peor en la historia de la televisión por cable. Aspiro a mucho más que eso.
> En Boardwalk Empire me interesó mostrar el lado humano de los gangsters, porque así podía provocar que la audiencia tuviera una experiencia más interesante. Por ejemplo, las referencias que uno tiene de Al Capone suelen estar en el cine, donde sólo hay dos horas para contar una historia y por ende uno espera verlo con una fedora blanca en la cabeza y una metralleta en las manos. Sin embargo, para mí era más importante retratar a un Al Capone que se iba a casa por las noches y hablaba con su hijo sordo, y lentamente mostrar cómo se transformó en el mafioso que conocemos hoy. La serie inicia en 1920, así que podemos ver cuando era el chofer de alguien más, un joven que apenas aprendía a lidiar con las grandes celebridades.
> Pasar tanto tiempo con un gangster es como estar a bordo de una montaña rusa: puedes experimentar lo que se siente estar cerca de la muerte. Es decir, te permite entrar al mundo de alguien como Lucky Luciano. Me sucedió algo similar con Tony Soprano [Winter también fue el creador y productor ejecutivo de The Sopranos], pero como en realidad uno no tiene tanto dinero, sabes que nadie va a buscarte para matarte.
> Siempre que te sientas frente a una pantalla para escribir cuestionas el trabajo que haces y que has hecho antes. Una vez el guionista David Chase me dio un gran consejo: “Deshecha tus primeras cinco ideas y síguete retando”. Si algo surge con facilidad, lo más probable es que haya una mejor idea allá afuera.
> Cuando estoy a punto de terminar una de mis series, entro en negación. No me cae el veinte sino hasta que terminamos de producirla. Es muy emotivo porque gracias a una serie vives grandes experiencias. [Boardwalk Empire] ha sido más que un placer. Hice grandes amigos no sólo con el elenco, sino con el equipo de producción. Todos estamos muy orgullosos del proyecto porque creamos algo especial, y finalizarlo será intensamente difícil y emotivo.
> Algunos de los actores [de Boardwalk Empire], al saber que es la última temporada de la serie, me preguntaron: “¿Me puedes matar y convertirme en alguien grande? Por favor, dame un gran momento”. Todos quieren tener un gran momento, aunque eso involucre sangre.
> Estar nominado al Óscar [por el guión de The Wolf of Wall Street, la película de Martin Scorsese] no me cambió en nada. Llegué a casa después de la ceremonia y al día siguiente tuve que ir a trabajar. Sin embargo, fue una experiencia significativa porque mi esposa [Rachel Winter] también estuvo nominada como productora en la categoría de Mejor Película por Dallas Buyers Club. Haber sido considerados para recibir este premio en el mismo año fue casi surrealista porque fuimos la segunda pareja de la historia en haber vivido algo así. Fue una de esas experiencias que, si hubiéramos soñado o pensado en voz alta, habría parecido ridículo, pero realmente sucedió.
> Mis días como abogado me fortalecieron. La escuela de Derecho es realmente difícil. A veces tienes que estar despierto toda la noche y, cuando trabajas para una firma y estás involucrado en un gran caso, no importa si tienes unas vacaciones planeadas o si tus hijos están enfermos, porque tienes que terminar tu trabajo al día siguiente. Así que cuando llegué a Hollywood, empecé a trabajar en la televisión y alguien me dijo: “Tenemos que grabar esto el lunes, y aún no tenemos el guión”. Mi respuesta fue: “No hay problema, lo haremos. No importa si acabamos en el último minuto, pero estará listo”.
> Aún hay mañanas en las que me despierto y pienso que cuando apague la alarma abriré los ojos y será 1977, que ya se me habrá hecho tarde para ir al despacho y que tendré que bajar corriendo para comprar mi desayuno en el delicatessen de la esquina. A la fecha, no he dejado de pensar que lo que estoy viviendo es parte de mi imaginación. Es muy difícil describir lo increíble que es el que un sueño como éste se haya convertido en realidad, admirar tanto a alguien [en referencia a Martin Scorsese] y ahora tener la oportunidad no sólo de trabajar con él, sino de ser su amigo y llamarlo “Marty”. Él es uno de los cineastas más inteligentes de la historia.
[Recuadro]
Terence Winter trabajó varios años como abogado, pero un día vio Taxi Driver (1976), de Martin Scorsese, y le gustó tanto que decidió renunciar a su firma en Manhattan y probar suerte como guionista. A la fecha, ha sido creador de The Sopranos (1999) y Boardwalk Empire (2010), y está trabajando en una nueva serie de HBO, en la que Mick Jagger será uno de los productores ejecutivos.
Foto: Latinstock/Corbis